Si hay un disco que simboliza a la perfección lo que es el A.O.R., ése es ‘Boston’, la obra maestra de un genio llamado Tom Scholz, un álbum que sigue tan vigente en la actualidad como lo fue hace ya 44 años. Fran García analiza esta obra maestra y aún espejo en el que se miran miles de bandas actuales.
La historia de ‘Boston’ es un ejemplo excelente de constancia y superación, pero también de genialidad y creatividad. Es la historia de un concepto musical que trascendería más allá de su época y que, indefectiblemente, provenía de una mente inquieta y experimentadora como pocas. Cualquier otro músico que no se llamase Tom Scholz habría intentado, allá por 1969, conseguir un hueco en el panorama rockero vigente, inspirándose en Led Zeppelin y simplemente pretendiendo intentar ser casi tan bueno como ellos. Scholz, por el contrario, no se conformó con ello y perseveró, consiguiendo crear un nuevo sonido y un estilo propio e identificativo. Todo ello cristalizó en el que, durante una década, fue el disco de debut más vendido de la historia.
Tom Scholz no es un músico cualquiera. Entre 1965 y 1970, estudió en el MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts), graduándose con un master en Ingeniería Mecánica. Nació en Toledo, Ohio, viviendo durante su infancia y pubertad en el área residencial conocida como Ottawa Hills, donde estudió piano y se graduó en el instituto en 1965. Fue entonces cuando encaminó sus pasos al aprendizaje de las nuevas tecnologías de ingeniería mecánica. Sus conocimientos le permitieron conseguir un trabajo en la corporación Polaroid, como ingeniero de diseño de productos. Ello le obligó a residir en Boston, ciudad a la que permanecería ligado desde entonces. Su trabajo en Polaroid duraría hasta el mismo año de publicación de ‘Boston’, 1976, compaginando su labor en la empresa durante el día y su faceta musical durante la noche. Gracias a ese trabajo, pudo conseguir una grabadora de doce pistas y, con ayuda de sus conocimientos, construyó su propio estudio en solo unos pocos meses. En ese estudio fue donde comenzó a gestarse lo que sería el álbum de debut de su proyecto, denominado ‘Boston’, en honor a la ciudad en la que vivía y trabajaba. En su mente, mientras trabajaba para Polaroid, tenía la imagen de una banda que mezclase el hard rock progresivo con las melodías de los Beatles. En ese estudio de grabación construido en su propia casa, Boston inició el proceso de dar forma a lo que serían las demos de su primer y triunfal disco. Aunque en realidad no deberíamos hablar de una banda, sino de dos amigos: Tom Scholz y Jim Masdea, que contaron con la colaboración de otros dos amigos suyos: Barry Goudreau y Brad Delp. Los cuatro grabaron seis maquetas en estudios profesionales, financiadas por el propio Scholz.
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