Roger Chapman, Rosa Cedrón y Galen Ayers, estrellas invitadas de Opus One en el Auditorio Nacional de Madrid con la música de Mike Oldfield

This Is Rock, This Is Metal, Especiales a la Venta

19 de junio de 2025, bambalinas del Auditorio Nacional de Música de Madrid. A eso de las cinco de la tarde. Galen Ayers (cantautora y multiinstrumentista) se asoma por la puerta de su camerino y le pregunta a Manu Herrera (guitarra), que pasaba por el pasillo: “¿Estás nervioso?”. Manu sonríe, asiente, niega, se encoje de hombros. Ni sí ni no. Siempre hay nerviosos, pero también confianza. Todo forma parte del momento, del directo.

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Comentan aspectos de la prueba de sonido, nada fácil, porque el complejo espectáculo que es interpretar la música de Mike Oldfield (sin Mike Oldfield) en directo es loable. Opus One, el grupo catalán que está celebrando el quincuagésimo aniversario de ‘Hergest Ridge’ (segundo trabajo del británico, su primer número uno en ventas), no ha reparado en gastos: a sus propios músicos se suman las vocalistas Anna Luna, Laia Frigolé (soprano), Galen Ayers (hija del mentor de Mike Oldfield, Kevin Ayers), Rosa Cedrón (quien cantara en ‘Tubular Bells III’ y junto a Mike Oldfield en los escenarios de Night of the Proms) y Roger Chapman, la estrella más esperada, voz del roquero ‘Shadow On The Wall’, himno ochentero y una de las canciones más famosas de Oldfield.

Por si fuera poco, los guitarristas Rubén Álvarez (que ha estado de gira por Europa con la Mike Oldfield’s Tubular Bells Official Band) y Manu Herrera (del grupo extremeño The Sentinels). En la sección clásica de cuerdas, Brossa Quartet (dos violines, una viola y un violonchelo). Otra de las grandes (y gratas) sorpresas fue el Coro Nox de Madrid, imprescindible para interpretar el final de la primera parte de ‘Hergest Ridge’, una magistral coral originalmente arreglada por David Bedford.

 

 

Cuando aparece Rosa Cedrón y nos abraza con su calidez, nos sentimos en familia. Es lo que parece entre bambalinas: Opus One es un grupo de músicos, pero también de amigos, que celebra la música de un genio al que admiran y que, tras su retirada en las Bahamas, ahora casi “les pertenece”.

Cuando le entregamos a Galen la This Is Rock número 243 donde le dedicamos un amplio reportaje a su padre, Kevin Ayers, abre los ojos y sonríe ampliamente. Según pasa las páginas, va señalando con el dedo algo que le llama la atención, y acaba por chocarnos los cinco entusiasmada. Agradecida, nos regala un vinilo de su interesante trabajo ‘Monument’. Y se esconde en su camerino. Está nerviosa. Necesita descansar. Mucha mierda.

Bajamos a la platea en las pruebas de sonido. Hay un ruido molesto en el bajo que músico y técnicos de sonido intentan solventar. Lo consiguen. Verlo todo desde dentro nos da una idea real, cruda y desnuda del trabajo que hay detrás de semejante espectáculo. Además de los artistas, hay decenas personas yendo y viniendo sin cesar por las entrañas del auditorio.

Cuando el Coro Nox ensaya su parte, las luces se tiñen de rojo y el auditorio, completamente vacío, parece un lugar sagrado. Lo es. Paseamos por entre las butacas que dentro de menos de una hora estarán repletas de aficionados y recordamos nuestros paseos por Hergest Ridge, la colina de Kington, recogidos en el especial monográfico recién publicado por This Is Rock

Xavier Alern, ideólogo, músico, director… alma de Opus One, intenta explicarle al coro qué significa esta parte: “Imaginaos que toda la obra es un paseo por la colina y al llegar al final, el coro es el atardecer, cuando cae la noche sobre el paisaje”. El coro escucha atento y parece comprender lo que Mike Oldfield sintió al componer tan sobrecogedor mantra.

Abandonamos el auditorio y salimos al hall. Los aficionados ya inundan el lugar. Camisetas con campanas tubulares y mucha expectación. El espectáculo comienza con una exquisita interpretación de ‘Hergest Ridge’ al completo. La fidelidad es la marca de la casa. La interpretación supera en calidad la ejecución de la pasada actuación, a principios de año, en el Palau de la Música. Una obra nada fácil para oyentes principiantes, por eso sólo los más veteranos mueven la cabeza al ritmo del bajo (un instrumento de gran peso en la música de Oldfield) y de las secciones más experimentales, como la Tormenta Eléctrica, repetitiva pesadilla electrónica que se torna placentera en el arreglo interesante y efectista de Opus One.

Cuando los aplausos aún no se habían acallado, el alegre ‘In Dulci Jubilo’ marcó un claro contraste dulce y divertido, reconfortante “entremés” tras las largas suites sinfónicas, que animó al público. La aparición de Galen Ayers marcó al inicio de la segunda parte del concierto, la parte popera. Galen, en perfecto español (vivió en Madrid con su padre, Kevin Ayers), saludó y se digirió al público recatada, tímida, casi huidiza. Su fragilidad contrastó con una sólida interpretación que comenzó con ‘May I’, el clásico que publicó su padre en el fantástico disco de 1970, ‘Shooting At The Moon’. ‘Run, Baby, Run’, pese a su título, es un tema cantando principalmente en español, de su disco ‘Monument’. Y no podía faltar ‘Flying Start’, canción que Kevin compuso e interpretó junto a Mike Oldfield para su disco ‘Islands’ (1987), arreglada con gran gusto y actualizada muy acertadamente.

Por su parte, Laia Frigolé puso los pelos como escarpias con ‘On My Heart’, único retazo cantado de la pieza sinfónica ‘Music Of The Spheres’. Xavier aseguró tener intención de tocarla completa (hasta ahora, sólo se ha interpretado en el Guggenheim bilbaíno en 2008), pero le faltan las partituras. Asegura haber contactado con el representante de Mike Oldfield, con Karl Jenkins (orquestador original) y con Enrique Ugarte (director del concierto bilbaíno) sin éxito. Así que, ni corto ni perezoso, pidió ayuda al público. Si alguien lo consigue, quizá pronto disfrutemos del único disco completamente orquestal del británico en directo.

Anna Luna interpretó con gran sentimiento la canción que en 1987 cantó Bonnie Tyler, ‘Islands’, y lo hizo tan dignamente que no echamos de menos a la galesa. La larga trayectoria profesional de Anna (varias décadas) se notó especialmente en las tablas sobre el escenario, conectando con el público en todo momento gracias a una voz potente y dulce a la vez. Un lujo.

Poco después, la primera aparición de Rosa Cedron que, según Xavier Alern, “se ha convertido en imprescindible para Opus One”. No es de extrañar: el público la adora. Le gusta todo de ella. Su sonrisa, su aire de meiga, su voz aterciopelada, su sonrisa… Incluso sus tarareos cuando alguna estrofa le juega una mala pasada. ¡Y qué más da! Su voz, al fin y al cabo, es un instrumento que funciona ya sea con o sin letra. Bien lo demuestra cada vez que interpreta ‘The Inner Child’, tal y como lo hizo para ‘Tubular Bells III’ (1998).

Descalza, siempre descalza en este tema, es una niña que tararea una potente nana estremecedora que levanta al público de sus butacas (y ya van varias veces). Que Xavier y ella se fundan en un cariñoso (y largo) abrazo sobre el escenario demuestra que están disfrutando de verdad. Y el público, también.

Antes de eso, ya había interpretado la “secuela” de ‘Moonlight Shadow’, ‘Man In The Rain’. La ruptura con la parte más vocal del trabajo discográfico de Oldfield fue ‘Ambient Guitars’, una tranquila y ambiental improvisación de ‘Tubular Bells’ convertida en un tema con partitura, magnífica y fielmente interpretada. Anna Luna volvió con ‘Foreign Affair’, un tema que, por tratarse de un mero experimento repetitivo de estudio, quizá sea prescindible sobre el escenario.

La aparición estelar fue Roger Chapman (famoso principalmente por la banda Family) que, a sus 83 años, lo dio todo sobre el escenario, como lo dio en 1983 cuando interpretó ‘Shadow On The Wall’ para el disco ‘Crises’. Su particular timbre, su vibrato y esa rotura de voz lo hacen inconfundible. Las facultades no le han abandonado: un chorro de voz que estremeció a los aficionados más veteranos. Una canción en la que Manu Herrera y Rubén Álvarez se lucieron especialmente, Se notó que ambos disfrutaron el tema mil veces en vinilo. Hacerlo con el cantante original los conectó con armonía y fuerza.

Desgraciadamente, Roger no estaba para muchas historias: no interpretó la otra canción que debería haber cantado (‘The Playtime is Over’), no se dignó a salir para saludar al respetable al final del concierto (como sí hicieron todos los demás músicos) y fue el primero en abandonar el auditorio, tratando quitarse de encima a los pocos aficionados que le pedían autógrafos, excusándose en el ciertamente insoportable calor de la tórrida noche madrileña. Todo lo contrario que Rosa Cedrón y Galen Ayers, que departieron amablemente con sus admiradores. Famoso es el carácter difícil de Roger. A veces la vieja escuela es también la rancia.

Una potente y muy disfrutable versión de ‘Guilty’ dio paso a los bises: el siempre divertido y roquero ‘Caveman’, con Xavi Lite interpretando al troglodita (“el miembro más primitivo de Opus One”, aseguró Xavier) y la inolvidable, inevitable, invaluable y a veces casi insoportable (es broma…) ‘Moonlight Shadow’. El público, de nuevo en pie, quedó más que satisfecho. Los aplausos fueron abundantes, sinceros, largos y cálidos. Los vítores, también. Una espontánea en primera fila cortó a Xavier cuando no hacía más que recordar la importancia de mantener proyectos como este vivo como un simpático: “¡Haz ‘Amarok’ entero!”. Dato: es una obra instrumental de una hora ininterrumpida. A la que la revista This Is Rock dedicó recientemente un dossier y portada

Xavier Alern tiene que estar orgulloso de lo que ha creado, por muchos quebraderos y dolores de cabeza que le haya dado (lo sabemos bien…). Él, humilde, recordó sobre el escenario que todo se lo debemos a un hombre: Mike Oldfield. Sin su música, nada sería posible. Y ciertamente tiene razón: por eso seguimos acudiendo a la cita. Ya pensamos en la próxima.
Héctor Campos Castillo


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