1965 fue el punto de origen de nuevos sonidos, modas y reglas… el comienzo de una era dorada, un año fundamental en una revolución cultural
1965 fue un año decisivo para la historia de la música, The Beatles publicaban ‘Rubber Soul’, marcando el inicio de su etapa más introspectiva y experimental. “Por fin tomamos el control del estudio”, recordaría años más tarde John Lennon, “estábamos mejorando técnica y musicalmente”. En paralelo, los Rolling Stones redefinían el sonido del rock británico con la abrasiva ‘(I Can’t Get No) Satisfaction’, cuyo mítico riff llegó a Keith Richards, según él mismo confesó, “durmiendo, en mitad de la noche, con una grabadora al lado de la cama”.
The Who, por su parte, canalizaban la frustración juvenil en una canción que se convertiría en himno generacional: ‘My Generation’. Como explicó Pete Townshend: “La canción era sobre intentar encontrar tu lugar en el mundo. Era agresiva porque nos sentíamos ignorados”.
En el terreno del soul, Otis Redding nos regalaba ‘Otis Blue’, un álbum visceral y conmovedor que capturaba la intensidad emocional de la época. “No solo cantaba soul”, diría su colaborador Steve Cropper, “ÉL era el soul”. Mientras tanto, en Detroit, las Supremes llevaban el sonido Motown a nuevas alturas con ‘Stop! In the Name of Love’. Diana Ross recordaría: “Berry [Gordy] nos decía que debíamos ser glamurosas y estar siempre en pose… pero seguíamos cantando sobre el desamor”.
Y si hubo un momento que agitó verdaderamente los cimientos de la música contemporánea, fue el giro eléctrico de Bob Dylan. Justo hace seis décadas, en el Newport Folk Festival de Rhode Island, Dylan enchufó una Stratocaster y dejó atrás la pureza acústica del folk tradicional. La reacción fue inmediata: abucheos, rechazo y desconcierto entre los puristas. “No intentaba provocar, solo estaba tocando mi música”, diría el propio Dylan sobre aquel momento. Sin embargo, para guardianes del canon como Alan Lomax o Pete Seeger, fue una traición imperdonable.
Este mes en This Is Rock, portada y artículo central, están dedicados a aquella audaz transgresión de Dylan con ‘Highway 61 Revisited’, en un año fundamental para la historia de una revolución cultural.
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