En nuestra mirada a aquello que ya suena a clásico con Reload, esta semana recordamos a The Byson Family y su obra ‘Kick The Traces’
La primera mitad de la década pasada fue, para el que esto escribe, la época en que encontré a dos bandas que me hicieron revivir la pasión por el rock clásico que había dejado un poco de lado desde la adolescencia tardía y mis primeros veinte años, cuando me zambullí por completo en una época en que mi dieta musical diaria era un menú compuesto casi exclusivamente de metal, preferiblemente en sus vertientes power y progresivo.
No es que hubiese dejado de lado el rock clásico, el blues… con los que empecé a convertirme en el melómano que soy hoy, pero sí que es verdad que, mientras desgastaba por sobreuso los últimos discos de Dream Theater o Blind Guardian a finales de los noventa y principio del siglo XXI, las discografías de Led Zeppelin, Deep Purple o The Rolling Stones acumulaban polvo en mis estanterías a la misma velocidad que mi cabello crecía en longitud y las camisetas negras empezaban a tomar posesión de mi armario, esperando pacientemente a que el subidón hormonal volviese a su cauce.
Fue en 2011 cuando ‘Pressure And Time’ de Rival Sons me voló la cabeza y volvió a despertar en mí el gusto por el rock más sencillo y, a la vez, más auténtico e incendiario sin necesidad de dobles bombos y desarrollos instrumentales enfermizamente complejos.
Mientras disfrutaba de este reencuentro con la esencia, seguí buscando nuevas bandas que tuviesen ese deje clásico que volvía a disfrutar pero que, a un mismo tiempo, aportasen algo nuevo a la escena. Y así, en la primavera de 2014, me di de bruces con el debut homónimo de The Temperance Movement.
Y menudo debut: doce temazos que navegaban con soltura por las aguas del rock hermanado con el blues de querencias eléctricas, interpretados por unos tipos que canalizaban a los grandes del género con un desparpajo y un saber hacer que desarmaban al oyente desprevenido y te ganaban a base de actitud y garra. Una garra que residía, en gran parte, en la fuerza nuclear de la voz de un escocés llamado Phil Seth Campbell desconocido para mí pero que, ya desde entonces, se colocó ahí arriba cerca de Jay Buchanan en mi pedestal de vocalistas masculinos de rock contemporáneo.
Dándole avance rápido a la moviola de la historia del rock reciente, Phil abandonaba The Temperance Movement en enero de 2020, dejándonos con la miel en los labios tras tres impecables discos de estudio y cavilando quién podría calzarse los zapatos del escocés al frente de la banda.
El tiempo ha colocado esta pregunta en la estantería de las dudas razonables ya que, desde la marcha de Phil, la banda no ha vuelto a grabar. Pero dejemos de lado a los chicos de The Temperance y volvamos con Phil.
Sin perder el tiempo, Campbell se asociaba con sus vecinos Michael McDaid, Allan James, Christian Fletwood y Chris Russell y pergeñaba el debut de The Byson Family, que llegaría en 2021.
‘Kick The Traces’ (cd y LP), nombre del susodicho debut, resultó ser un regalo musical inesperado y, por un tiempo, el parón en la actividad de The Temperance Movement resultó más soportable.
Pues en estos diez temas (quince si, como yo, te hiciste con la edición doble ampliada que se publicó en septiembre de 2021), se nos hace entrega de un rock con algo de pop y mucho roll, al que la voz de Phil otorga el grado justo de filo y fuego para que la balanza global del sonido sea lo suficientemente potente.
Como buenos hijos de Glasgow, The Byson Family nos inundan con melodías que son dignas herederas de lo que Teenage Fanclub había sembrado treinta años antes, pero inteligentemente llevadas a terrenos más netamente rockeros gracias, entre otras cosas, a la aguardentosa y carismática garganta de Phil que otorga a todo lo que roza un carácter más salvaje.
Así, en ‘I Wish You No Ill’ o la frágil belleza de ‘If You See The Emptiness’ el sol californiano (que ya brillaba en el Fanclub) acentúa su intensidad mientras el desgarbado espíritu de Tom Petty y su Rickenbacker hacen su aparición para establecer con más fuerza ese puente musical tan improbable entre las oscuras y lluviosas calles de la ciudad escocesa y el atardecer californiano.
Y el festín no hace más que continuar en un desfile de delicatesen sonoras como ‘Riches’, que abre el disco de forma inmejorable, una verdadera declaración de intenciones con una vitalidad musical infecciosa que refleja a la perfección esa letra (“No tenemos ni idea de lo ricos que somos”), ‘Only Love Can Live’ y sus preciosas harmonías vocales que le otorgan una calidez y carácter clásico inigualable… pero sobre todo tengo debilidad por el trío central formado por ‘Angel Of The Reckless’ y su deliciosa sección de vientos que hace la competencia a la garganta desatada de un Phil en estado de gracia, la preciosa ‘Lean In And Love Me’, y el rock and roll rebosante de piano honky- tonk y diversión en ‘Hope And Pray’ (que por momentos podría haber aparecido en cualquier disco de The Temperance Movement)… golpes maestros de composición y ejecución.
La edición doble contiene cinco temas extras que son magníficos por derecho propio y que, afortunadamente, no se han quedado en las sombras. Especialmente ‘Lonely Side Up’, que vuelve a traer a Tom Petty a la palestra y es tan vitalista como ‘Echoes In The Dust’ y su estribillo matador. ‘Bluer Things’ es una joya minimalista de gran poder evocativo que, junto a ‘Trouble Was A Road’ cierra el disco de forma intimista, dejándonos con esa sonrisa en la boca que sólo un puñado de discos puede dejarnos.
Ha sido una alegría ver cómo, a principios de 2025, Phil volvía a reunirse con The Temperance Movement para una pequeña gira- ¿y tal vez un nuevo álbum?- pero, con discos como este ‘Kick The Traces’, Phil ha demostrado que tiene el suficiente genio musical como para insuflar vida a proyectos de diferente pelaje y condición, con la suficiente autenticidad y buen gusto como para que no echemos tanto de menos a la banda que lo puso en la palestra para el resto del mundo.
Astronomy Domine
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