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Con ‘Morbidity Triumphant’, la banda de death metal de San Francisco Autopsy vuelve a traspasarnos las vísceras como unos fantasmas cruzando paredes.

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Con ‘Morbidity Triumphant’, la banda de death metal de San Francisco Autopsy vuelve a traspasarnos las vísceras como unos fantasmas cruzando paredes. Sus once canciones son descargas de electricidad para mirar a los ojos de fuego de la muerte. Hablamos con Chris Reifert, batería y cantante, un lobo que con sus aullidos furiosos golpea el tambor de carne de la luna llena.

Cuando la música comienza en el nuevo disco con ‘Stab The Brain’ y ‘Final Frost’, de nuevo me invade la impresión de lo singulares que sois Autopsy: pioneros del death metal, pero a la vez unos “born too late” como Saint Vitus, tocando vuestra propia versión de doom punk pesado. Gracias, Saint Vitus es una de nuestras influencias seminales, y toda comparación con ellos la recibo como un halago. Para nosotros es muy sencillo: nos gusta tocar rápido. ¡Y también nos gusta tocar lento! [risa] Y quedarte en una zona intermedia también es algo que nos resulta muy interesante. Y genial si la gente nos sigue en algo que no es tan directo, sino que tiene su parte de mezcla. Mantener el interés es lo esencial: tanto para el que toca, como para el que escucha.

El título de ‘Final Frost’ me recuerda a la segunda de vuestro segundo álbum ‘Mental Funeral’ (1991), ‘In The Grip Of Winter’. Esa canción era una lección sobre crear atmósferas dentro del death metal. Con vosotros, la blanca morgue puede transformarse en los bosques nevados del black metal. La atmósfera siempre es importante, en todos los estilos de música. Es fundamental poder crear un escenario, ya sabes, en el que situar la música que estás escuchando. Para nosotros, la base de todo es el riff. Nos lo curramos de verdad ahí, pulimos y perfilamos hasta tener un riff que pueda sostenerlo todo. Para componer una canción de verdad con ese riff. Me refiero también a que, sin querer hablar mal de nadie, a veces los grupos de death metal tienen una fuerza tremenda, pero cuando termina la música, no se te ha quedado nada en la cabeza. Hay muchas bandas tocando extremadamente rápido, y extremadamente lento… Me ha pasado cantidad de veces disfrutar de verdad con un álbum, y luego pensar: “¿Pero dónde se ha quedado lo que he oído? ¡No recuerdo nada!”. Y una canción es buena cuando algo te llama para volver a ella. Entonces una canción puede acompañarte a lo largo del día. En nuestro caso, es una cuestión crucial que nuestros riffs se alojen en tu cabeza, y que a lo mejor no puedas parar de oírlos dentro de ti. Eso sería ideal. Por supuesto, manejar diferentes atmósferas es la sal de un disco. Pero todo ha de partir de un riff que sea singular, y que en el mejor de los casos se te quede grabado en la memoria, después de que la violencia de la música haya acabado. Las buenas canciones son las que levantan de verdad grandes atmósferas. No puedes sustituir eso con nada más.

El riff de ‘The Voracious One’ es estupendo: parece venir de los setenta, y crea una tensión especial… como si tú llevaras digiriendo ese riff treinta años y al entrar a cantar lo que vas a hacer es vomitarlo por fin. ¡Ésa es nuestra especialidad! [risa] Crecimos en los setenta, y eso se transpira en lo que hacemos. ¡Vomitamos los setenta!

Junto a eso tan visceral e intenso, el disco que sacasteis como Mirror Snake en 2007 es complemento necesario. Recuerdo la expectación al escuchar por primera vez el disco, con sus riffs también setenteros, ¡pensando que iba a oírte cantar limpio y con una chica! Ese único álbum de Mirror Snake es genial, y las tres últimas son todo emoción. ¡Gracias! No mucha gente ha oído ese disco, agradezco tu comentario. La verdad es que lo grabamos sin más pretensiones que pasar un buen rato, y al poco de salir se hundió en la más absoluta oscuridad… [risa]

‘Morbidity Trimphant’ sigue sonando a vosotros: a ataúd y a caja de sorpresas. Repetís con Adam Muñoz y Ken Lee. Gente de amplísima trayectoria: Muñoz con Mr. Bungle, Fantômas o Unsane. Lee especialmente conectado con el underground y el power violence de grupos como Gasp. ¿Os gustaban las aventuras más experimentales de Lee cuando empezasteis a trabajar con él? Claro, y Gasp son muy buenos. ¡Aunque están como cabras! Sería difícil compararse con una banda como Gasp, porque tienen mil caras. Ninguna de ellas muy normal. Pero es un grupo que me gusta, sin duda. ¡Aunque me resulta muy complicado hablar de su música o describirlos! Básicamente, un grupo que ha hecho lo que le ha dado la gana. Y que no encaja en ningún estilo o categoría. ¡Muy extraños y muy guays!

Con otro grupo paralelo vuestro como Abscess tocasteis con bandas del power violence californiano como Agents Of Satan o Evolved To Obliteration. Bandas extrañas con muchas ideas, como dices. ¿Cómo eran esos conciertos? En esa época no recuerdo que se utilizara el término power violence. Era algo que veíamos más como parte del hardcore. Grupos raros, ruidosos y oscuros. ¡Una movida sin nombre! Los conciertos no atraían a mucha gente, la verdad. Aquello eran reuniones de aforo reducido con unos cuantos heavies, unos cuantos punks, más los bichos raros que no encajan en ningún lado… Mis recuerdos están bastante difuminados, porque solía ponerme muy ciego. Era habitual vomitar antes de tocar. ¡Se me han evaporado esas noches! [risa] Recuerdo que también tocamos con Plutocracy. Y nos gustaba mucho compartir cartel con bandas diferentes a nosotros, como Final Conflict, de straight edge. Había mucho salvajismo y desmadre en esos bolos, eso sí lo recuerdo. Abscess siempre fue un proyecto que se movió estrictamente en el más absoluto underground, aunque llegamos a hacer un par de cosas grandes, como el Maryland Death Fest un par de veces, y el LA Murderfest.

El nuevo bajista, Greg Wilkinson, encaja con ese mundo underground que has descrito. Aparte de estar contigo en Static Abyss, tiene Leather Glove, y cantidad de otros proyectos que se acercan al noise, a lo experimental… El tío tiene las manos ocupadas [risa]. Static Abyss y Leather Glove son dos proyectos hermanos, fundados en las capas de guitarras. De las otras historias de Greg, también me gustan mucho Deathgrave. Brainoil son buenísimos, y luego tiene cosas muy locas como Shrinkwrap Killers, donde él se encarga de todo, voces y sonidos, que también están genial. Me gusta mucho todo en lo que Greg anda enredado. Y tiene un carácter perfecto para una banda como Autopsy. Un tipo relajado y muy natural, con el que da gusto charlar y eso. ¡Ha metido buenas vibraciones en la banda!

El single ‘Skin By Skin’ empieza con su bajo ultra pesado. Y en el marco de todo el LP, son unas líneas vinculadas a la canción anterior, ‘Knife Slice, Axe Chop’. El disco está lleno de estos guiños interconectados: gritos que tienen luego su eco en otro tema posterior, guitarras desenfrenadas que terminan una y comienzan la siguiente… Sí, es otra cosa esencial en los discos: la secuenciación. Pensamos mucho en esto, le damos muchas vueltas. Es como un rompecabezas al final, con su grado de dificultad, fijándote en los detalles y en cómo podrían encajar todos para dar una sensación de unidad de la mejor forma posible. Nos gusta definir bien qué canción queremos para comenzar el disco, y cuál para cerrarlo. Y cómo van a interconectarse todas ellas. La composición es fundamental, claro, pero creo que una buena secuenciación no es menos importante. Nos gusta poder tomarnos todo el tiempo necesario para resolver esta especie de acertijo difícil que es el orden de las canciones. Hasta dar con la mejor solución. Al final merece la pena el esfuerzo.

Eso ya estaba en vuestro debut ‘Severed Survival’ (1989). Hay muchas bandas que te invitan a viajes de ida alucinantes. Pero vuestros discos son como entrar en una vieja mansión: vas de habitación en habitación, y a veces para alcanzar una nueva habitación has de pasar por una que ya conoces. Para mí esto es otro punto esencial de las atmósferas inolvidables que conseguís Autopsy. Me gusta mucho tu descripción. Es lo que buscamos en el fondo. Acumular cosas de la mejor manera, para llegar al desenlace de disco más heavy posible. ¡Tocamos death metal, y ser heavy es algo que viene antes incluso de empezar a componer! Para mí la palabra “death” nunca puede ocultar que esto ha de ser “heavy metal” ante todo.

Lo que dices me recuerda a Dave Lombardo de Slayer y Dale Crover de Melvins tocando juntos en Fantômas. Y es curioso que vuestro ingeniero Adam Muñoz haya trabajado con toda esa gente. Es lo que decías antes sobre tocar rápido y lento. Llegar a la encrucijada de lo heavy es lo capital, sin recurrir necesariamente a los extremismos de los polos opuestos. Dave Lombardo es uno de mis baterías favoritos. Dale Crover también me encanta. Admiro a los dos, ¡son brutales! Lombardo y Keith Moon son mis dos baterías favoritos de todos los tiempos.

¿Y recuerdas la primera vez que viste a Keith Moon tocando la batería? Oírlo es una cosa, pero verlo es para no parar de frotarse los ojos. Keith Moon, nunca ha habido otro igual. Ni lo habrá, creo. Alguien tan fuera de toda definición o categoría… ¡Hizo tantas cosas geniales! Sobre verlo por primera vez, creo que fue en la película “The Kids Are Alright”. Ya me gustaba mucho la música de los Who, y la batería de Moon para mí era el imán. ¡El tipo que tocaba eso tenía que estar absolutamente loco! [risa] Me dejó alucinado cuando lo vi en la pantalla tocando. Y aún hoy también tengo que frotarme los ojos cuando veo imágenes suyas. No se puede comparar con nada… Es curioso que estemos hablando de Keith Moon. Porque en un mes voy a ir a ver a los Who por primera vez. Ahora tienen a Zak Starkey, el hijo de Ringo Starr, que es fabuloso. El tipo sabe mantener las viejas vibraciones, la vieja atmósfera. ¡Estoy muy emocionado por ir! Tengo unas ganas enormes. No sé, solo saber que voy a poder ir, cuando la banda aún está girando, para mí ya me vale.
Ezequiel (la parte de la entrevista que por error no ha salido en el This Is Metal #040, en la edición digital ya está corregido, esperamos que así podáis disfrutar de ella de manera completa, sentimos las molestias)

 

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