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Bernie Tormé: Recordando a un Guitar Hero

En el This Is Rock del pasado mes de octubre publicamos nuestra última entrevista con Bernie Tormé, realizada por nuestro compañero Marko Syrjala. En ella Bernie Tormé mostraba su fustración por el deterioro del circuito de conciertos por culpa de las bandas tributo, y que le llevaba a anunciar su gira de despedida para este año. La cual ya nunca podremos ver.

Acaba de salir la noticia de que esta gira que vas a encabezar a final de año por el Reino Unido será la última. ¿Cuáles son los motivos para tomar semejante decisión? Voy camino de los 67 y llevo saliendo de gira por el Reino Unido desde 1975. Así que si alguien anda con verdaderas ganas de verme, lo más seguro es que ya haya tenido la oportunidad [risas]. También es por cómo está todo por aquí, y en todos los países, la escena es diferente. Es imposible montar una gira por clubes respetando unas condiciones. Todos los clubs tienen el calendario cerrado con bandas tributo. Y la verdad, ya estoy hasta la coronilla de todo, ¡y punto! [risas] Tengo que ir detrás de mi agente, y pillar conciertos. A mí me encanta tocar, el público… ¡Uf! La gente es estupenda. Pero todo lo que acaba suponiendo eso en el plano organizativo te hace hartarte bastante. Así que yo encantado de tocar, pero nada de giras en los clubes británicos.

“Todos los clubs tienen bandas tributo, ya estoy hasta la coronilla de todo, ¡y punto!”.

Partías de Dublín, y comenzaste tu carrera a comienzos de los setenta. ¿Qué tal se llevaba ser alguien que quería ganarse la vida con la música en la Irlanda entonces? Lo cierto es que yo comencé a finales de los sesenta, en el 69 para ser precisos. Aunque en un nivel semiprofesional. En ese instante, estaba en un grupo llamado Wormwood (un trío en origen, que luego derivó en cuarteto cuando añadimos un teclista). Dublín tenía una escena musical muy de andar por casa, no lanzaba demasiado sus redes fuera de los márgenes de la ciudad. En Belfast la cosa estaba mejor, pero entre las dos ciudades no había mucha interacción. Y en ese momento, el clima era de mucha violencia, con los republicanos y los unionistas, con gente asesinada y el ejército británico por ahí. Así que puede decirse que Dublín y Belfast vivía cada una en su propia burbuja musical. En Dublín, eso sí, había menos atentados, menos gente muerta y no teníamos tampoco al ejército británico desplegado. En definitiva, no dábamos muchos conciertos, pero ensayábamos como el que más. Los Skid Row o luego los Horselips nos sacaban muchas cabezas, y tal vez hasta se ganaban la vida con ello, aunque la única manera de asegurarse el sustento era entrando en una orquesta. Yo aunque recibí ofertas, nunca me metí en eso. Este tema lo comenté mucho con Eric Bell de Thin Lizzy, que antes había estado en orquestas, y yo soy de los que piensan que estar noche tras noche tocando “los éxitos” te tiene que desfondar con tanta repetición. Y aún eran peores los grupos de country irlandeses, los que más tirón tenían. Me gusta el country, ¡pero no eso!

En 1976, formaste la Bernie Tormé Band. Londres era la capital del punk, el estilo emergente, y vosotros os metisteis en giras notorias teloneando a bandas como Gen-X y Boomtown Rats. Fueron muy buenos tiempos, con cantidad de bolos, yendo de punta a punta del Reino Unido, públicos fantásticos… ¡cosas desconocidas para mí hasta entonces! Había mucha energía, echo mucho eso de menos, y con los grandes Phil Spalding al bajo y Mark Harrison a la batería hacíamos un combo muy caótico. Mucho delirio. Supongo que mi mejor recuerdo fue firmar con una compañía de verdad a finales de 1977. Jet Records de Don Arden, que contaba con artistas como Roy Wood And Wizzard, la ELO con Jeff Lynne, y después con Ozzy. Lo peor fue acabar recubierto de japos en las giras con Rats, Bethnal y Gen X en el 77 y el 78. Se suponía que así los punks te mostraban su aprobación. ¡Qué puto asco!

¿Cómo describirías toda esa etapa junto a Gillan? Bueno, no es sencillo estar en un grupo donde hay un líder claro muy famoso, y el resto no son más que los acompañantes. Con Ian era así, porque él podía permitírselo. Y en cuanto a la música, él no tenía nunca mucha mano, ni tampoco demasiado interés. No interfería. Con la composición sí que había más problemas. Recuerdo ver a Colin tirándose de los pelos por alguna letras que había hecho. Cosas que te hacían cisco la melodía, pero al señor no se le podía molestar… ¡Era una estrella, vamos! Ya me entiendes. Y cuidado también con sus fans entonces. Los quiero mucho, pero lo veneraban los muy puñeteros. Tampoco la prensa me lo ponía nada fácil, ni el propio Ian, que estaba obsesionado y que veía el espíritu de Ritchie acechando a las primeras de cambio. Si le llevabas la contraria, era porque el espíritu de Ritchie te poseía o algo así. De eso me he dado cuenta después, del recelo de Ian ante cualquier guitarrista que destacara en el escenario. Pero a mí no me poseía nadie. ¡Estaba siendo yo mismo! Vamos, ésa ha sido la historia de mi vida. Lo mismo me pasó con Ozzy. ¡Veía a Hendrix en mí! Pero con Gillan, la referencia constante era Ritchie Blackmore. Tanto para los fans como para la prensa, se me tenía que comparar en todo lo que hiciera con esa eminencia insigne. Siempre con la matraca de que “Richie lo hace mejor”. ¡Hostia! Claro que sí, Ritchie hace mejor de Ritchie, y yo hago mejor de mí mismo. Joder, no puedes igualar a otro, mejor que ni lo intentes. Sé tú mismo.

En tu hoja de servicios, una banda especialmente interesante es Desperado. Te pasaste muchos años con un grupo que, a fin de cuentas, no llegó a ningún lado. Antes de entrar en la banda, ¿cuánto conocías a Twisted Sister y a Dee Snider? Los conocía, pero con la perspectiva británica, que era básicamente los dos éxitos que habían tenido aquí: ‘I Am I’m Me’ y ‘We’re Not Gonna Take It’. Los veía en televisión, en The Tube, un programa muy popular entonces, y conocía a gente que los había visto en el Marquee, y que había salido encantada de la vida. Sería 1986 ó 1987, cuando me llamó Mark Puma, que era el mánager de Dee Snider, y me propuso colaborar con él, le dije que sí, porque no tenía nada y además parecía algo importante. Luego Dee me llamó, y me tuvo dos horas colgado, todo parlanchín: “Bernie, ¿cuánto mides?”. Me cayó de puta madre.

Entrevista completa publicada en el número 172 de This Is Rock.

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