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Para Andy Latimer siempre es bueno mirar por el retrovisor a los hitos del ayer, esos que han contribuido a definir su carrera. Eso sí, el miembro fundador no es alguien a quien le guste vivir en el pasado. Irremediablemente, su mirada está enfocada al futuro y a lo que puede guardar éste.

Aparte de este directo, ¿cuáles son las probabilidades de tener un nuevo disco de Camel? Han pasado ya diecisiete años desde ‘A Nod And A Wink’. Es la pregunta que me hacen todo el tiempo. Y no hay una respuesta definitiva en este momento. Siempre estoy componiendo canciones, pero aún queda ver si todo esto acaba conduciendo a un nuevo álbum. Yo por encima de todo soy un contador de historias, y si tengo una que contar, la acabaré metiendo en un disco. Eso es lo que tiene que pasar, y hasta que no ocurra, no habrá ningún disco con mi participación. No puedo ser más claro en estos momentos, ¡disculpa!

Latimer es muy consciente de los problemas a los que se enfrenta cualquier banda que publica novedades en la actualidad, y el principal es hacer el proceso financieramente viable. En los viejos tiempos, todo estaba bien, y sacabas un disco nuevo y los fans iban y se lo compraban. No estoy diciendo que esto se diera por hecho, pero si habías grabado algo decente, podías tener la garantía de que los fans lo iban a querer, y eso te daba certezas para labrarte una carrera como músico. Yo nunca he sido rico como otros, pero he tenido la suerte suficiente como para que Camel me diera lo necesario para vivir bien. Ahora todo ha cambiado, y está completamente fuera de mi control. Y nadie ha dado tampoco con un método para frenar esto. Me dan mucha pena las bandas que empiezan, lo que queda es un escenario en el que no pueden comprometerse como debieran para intentar cumplir sus sueños.

Para Latimer, uno de los atractivos de girar hoy es la camaradería que se respira en todo el grupo. Para mí, supone toda una bendición contar con un equipo en la gira que es parte de la gran familia de la banda. Todos viajamos juntos en el mismo autobús. E incluso dormimos allí, y algunos días ocasionalmente vamos a hoteles para pasar el día. Tras los conciertos, pocas son las noches en las que no lo festejamos todos en el autobús. Te lo digo en serio, las cosas salen tan bien ahora en los conciertos que nos sentimos como alborozados. ¡Y nada mejor que acompañar eso con unos cuantos tragos!

En 1975, Camel eran estrellas emergentes. En 2018, la banda luchaba tras muchos años de dificultades. Los problemas de salud me tenían a mal traer, y nos estaba costando muchos sudores retomar la actividad. La fecha en el Royal Albert Hall era la última de un tour europeo. Durante el primer segmento del mismo, fue como si el destino se conjurara contra nosotros. Me salió una hernia, y di un par de conciertos sentado. Luego en Holanda, pillé una neumonía, y ya fue como para pensar si la suerte no iba a ponerse nunca de nuestro lado. Pero me operaron de la hernia, y me restablecí de la neumonía, y las cosas fueron cogiendo otro aire en el segundo segmento de la gira.

Sin embargo, los planes para filmar el concierto del Albert Hall estuvieron a punto de irse al garete. Había una empresa que iba a ocuparse de todo el tema de las cámaras. Pero dos días antes, dijeron que no podían y nos dejaron en la estacada. Se produjo una crisis. Daba la impresión de que iba a ser imposible encontrar a nadie en tan breve plazo. Pero, al final, lo conseguimos.
Puedes seguir leyendo esta entrevista en el nuevo número de This Is Rock

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