Eskorbuto más macarras que macabros, mucho más vivos que muertos, son historia del punk rock de este país, y bien merecía ser protagonista de This Is Rock
Eskorbuto más macarras que macabros, mucho más vivos que muertos, son historia del punk rock de este país, y bien merecía se protagonistas de nuestras páginas. Acompañada de las fotografías del añorado Xavier Mercadé. Eskorbuto afirmaban que lo suyo era “Eskizofrenia Rock”. ¡Nos unimos a esa eskizofrenia decibélica!
En las entrevistas clásicas de Eskorbuto, Iosu Expósito y Juanma Suárez son dos ametralladoras de verdades, mientras que el batería Paco Galán se mantiene impertérrito y en caviloso silencio. El batería rara vez se desprendía de sus gafas de sol, y en esas entrevistas sus cristales negros parecen dos túneles tenebrosos: el reflejo de las bocas negras imparables de sus dos compañeros de batallas. Recientemente, en 2017, en una entrevista para el diario Público, Paco Galán se mostró genialmente locuaz, sin duda poseído por los espíritus de Iosu y Juanma. El batería no llevaba gafas de sol en esa ocasión. Daba lo mismo: todo lo que dice sale de tres bocas negras que entonan a coro las verdades de la banda más honrada de todos los tiempos.
Sobre los comienzos: «Los conocí como se conocían la mayoría de las bandas por esas fechas: entre ruinas y a las afueras de un pueblo. El rock siempre era molesto para las poblaciones que vivían cerca de los locales de ensayo. Yo solía buscar zarrios viejos por las ruinas de los caseríos (ollas, vasijas, platos de cobre o cerámica), aún conservo muchas de esas piezas. Buscando mierdas entré un día en una ruina y allí estaban Iosu y Juanma, ensayando y haciendo más ruido que otra cosa. Había una batería sin instrumentista y les pregunté si podía pegar unos palos acompañando su ruido. Ensayamos una hora y cuando me marché Juanma me preguntó que por dónde rulaba en mi tiempo libre. Le dije que por Portugalete y a los tres días vino a buscarme. Desde entonces seguimos los tres juntos hasta que nos separó la muerte».
Sobre su escuela de rock: «No tengo banda favorita. Desde los catorce años escuché todas las bandas de rock duro posible, incluidas las españolas, que también había. Aprendí rayando vinilos para atrás y para adelante. Mi estilo es el mío, no me interesa copiar a nadie pero sin dejar de aprender de todos».
Sobre la detención en Madrid en 1983, acompañados por la maldita y eterna Alma de Cocadictos (los de «Juan Pablo II, yo quiero que me toques el chochillo») y rescatados por Cristina Almeida: «Llegamos a Madrid con unas cintas para presentarlas a discográficas independientes. Ya en Madrid nos encontramos con otra banda de Zaragoza, Cocadictos. Andando por un barrio de Madrid apareció la Policía Nacional y nos pidieron el DNI a todos. Transportábamos las cintas en unas bolsas con los títulos de las canciones escritas: ‘Maldito país’, ‘ETA’, ‘Escupe La Bandera’… Cuando la Policía vio esos títulos nos llevaron a comisaria. Allí escuchaban nuestras canciones, una y otra vez. Cada cierto tiempo venía un mando superior a escuchar las cintas. Nosotros estábamos abajo en el calabozo y la comisaria encima de nosotros. Podíamos escuchar nuestras canciones varias veces. De allí nos trasladaron a la Dirección General de Seguridad donde pasamos 36 horas detenidos. Finalmente, la compañía Spansuls Records habló con la abogada Cristina Almeida que nos sacó de aquel mal sueño».
Una premonición clarividente: «Ha llegado el momento de la destrucción, la tercera guerra mundial está cerca, más cerca de lo que pensamos. Adoran a sus dioses, reyes coronados… Reino sin futuro, Reino limitado».
Y sobre sus compañeros: «Si pudiera hablar con Iosu y Juanma, les diría de todo para que ellos no me hicieran ni puto caso. La libertad es lo primero. No quiero cambiar, ellos se fueron solos sin contar con nadie, siempre libres».
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