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Grima llevó su black metal épico, oscuro y frío a la histórica Oviedo y allí estaba This Is Metal

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Grima llevó su black metal épico, oscuro y frío a la histórica Oviedo, experiencia sonora que celebraron en la Gong Galaxy Club.

Una ciudad milenaria que esconde en sus catacumbas seres que luchan por la reconquista decibélica extrema, que buscan los escalofríos de bandas como Grima. Tiempo atrás pasaron por la ciudad Carach Angren y Rotting Christ, y había sed de violencia sonora.

La sorpresa para muchos fueron la banda invitada Perennial Isolation. Su sonido, más crudo que el de los rusos, tuvo mucha aceptación. Ganaron muchos seguidores entre los locales aportando un sonido muy contundente. Cumplen diez años como banda y su álbum ‘Portraits’ (2021) entra en el menú más selecto de los seguires del black metal atmosférico.

De la oscuridad emergió Grima, sobre el altar sólo su sonido y un ritual que nos lleva a tiempos que estas tierras conocen bien, y que seguro nuestros antepasados compartían. Una puesta de escena que desde el primer acorde nos recuerda que los bosques son sagrados y lugar de culto. En ellos Grima es su dios protector.

Donde la luz del día
Dónde empieza y acaba la luz del día,
Donde los ojos se apagan
Y una ventisca estrellada se arremolina alrededor
Donde el hielo blanco ata el corazón,
Un largo sueño negro en el bosque.
Del hogar a la ventisca

Se hace extraño pensar que todo nació en Krasnoyarsk como un proyecto que no iría más allá del estudio de los hermanos Vilhelm y Morbius (también en Ultar, Second to Sun). ‘Frosbitten’, su quinto trabajo, reafirma la discografía de la banda y da continuidad a una carrera que empezó en 2014. Sonidos inspirados en la naturaleza salvaje y en las oscuridades del alma.

Se inicia el ritual con piezas como ‘Gloomy Heart of the Coldest Land’ y ‘Giant’s Eternal Sleep’ de su último trabajo. Inmediatamente te transportas a un frío mundo de contrastes. De primeras el sonido no luce todo lo bien que debería. Poco a poco las cosas se van poniendo en su sitio.

Avanza el concierto. Cualquier cosa que vaya en contra del espectáculo se ataja rápidamente, en un entorno de ritual ese flash absurdo rompe la compenetración banda y público. Por suerte uno de los técnicos reprende a los violadores de la oscuridad.

Tenía curiosidad por saber como sonaban sus orquestaciones en directo. El resultado no es para nada artificial. Se complementa todo bien. Curiosamente carecen de bajo y vemos tres guitarristas en el una sala convertida en templo. Una guitarra con una afinación más grave cumple su función, dando una sonoridad única.

Hay una extraña frontera entre lo melódico, los matices folk, y lo sinfónico en su sonido. El tema ‘Cedar And Owls’ es que mejor representa toda esta mezcla con sus densos pasajes instrumentales.

Se mostraron fríos como así debe ser, y como de la tierra siberiana de la que provienen. Vilhelm, en un momento dado, dejó la guitarra y eso permitió un mayor acercamiento con los asistentes. Tras ‘Siberian Sorrow’ se inclinaron en agradecimiento y abandonaron lentamente el escenario.
Jorge López Novales
Fotos: Sergio Blanco

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