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Judas Priest Heavy Metal Forjado en Acero

Si de acero están hechas las Harley-Davidson, sin duda este debió ser importado de la cuna del heavy metal, Birmingham. El acero británico que aún hoy sirve de materia prima para armar nuestras almas heavy metaleras.

Estamos en 1983 hace frío en el recreo, pero abrigados en el frontón escuchamos en un clandestino radiocasete ‘Screaming For Vengeance’, recién copiado del LP. Hay que calentar el gran evento que llega a Donostia, son Judas Priest. Es un 3 de febrero en el Velódromo Anoeta, cuando era el gran templo del rock y heavy metal, hoy anulado y estrangulado por vete a saber qué intereses en quitar del mapa a Donostia, pero entonces refugio de la gran comunidad del heavy metal norteña. Lugar de recuerdos imborrables que son parte de nuestra personalidad.
Judas Priest, alimentados por el éxito de la gira americana de ‘Screaming’, se lanzaron a una mini gira por el Reino Unido y Europa antes de la publicación del ‘Defenders Of The Faith’. Y observando los puntos comunes con aquel tour, parece que el tiempo no hubiera pasado: ‘Bloodstone’, ‘Grinder’, ‘Breaking The Law’, ‘Metal Gods’, ‘Freewheel Burning’, ‘Living After Midnight’, ‘Hell Bent For Leather’, ‘You’ve Got Another Thing Comin’ y ‘Victim Of Changes’. Y a juzgar por las caras de ilusión del público muchos estuvieron en aquel gran concierto en el Velódromo.

Hoy Judas son una máquina precisa, un bastión del heavy metal, y con ‘Firepower’ han mostrado los colmillos. Sí, Halford es todo un gentleman que está disfrutando de su tercera juventud, pero aún es capaz de atacar el rápido fraseado de ‘Freewheel Burning’ sin toser. Él y el impertérrito Ian Hill se han rodeado de dos hachas jóvenes. Un Richie Faulkner en el papel imposible de ser “K.K. 2.0”, que ha adquirido mayor protogonismo en la banda y se ha puesto sobre sus hombros el peso visual, ejerciendo con una pose de maestro en las tablas. Halford sigue siendo como en aquel 1983, el hombre que pasea con marcialidad militar su rabia metalera por el escenario, el que se envuelve en si mismo para extraer de su interior la fuerza que alimenta su voz. Es la presencia inapelable a una época, pero con la energía de una banda que quiere seguir ofreciendo impulsos a las nuevas generaciones. El mini BEC estaba a rebosar y cada gesto del Metal God era vitoreado. Andy Sneap es un excepcional guitarra, y un grandioso productor, pero no es un hombre de grandes escenarios, muestra en algunos momentos una timidez impropia de todo un soldado del metal. Fue en los temas de ‘Firepower’ donde se le vio más implicado. Scott Travis e Ian Hill son ese martillo de lucifer que con su percutor taladra el ritmo, tus tripas lo sienten y lo agradecen. ¡Estas vivo!
No faltó nada del ritual, incluido el sonoro Big Twin de Harley-Davidson, y como extra nos regalaron un ‘Victim Of Changes’ no esperado, pero que es básico en el gran manual del heavy metal. Una gran velada de heavy metal como las de antaño, de repertorios completos y únicos protagonistas, y que en esta época de grandes bufets se echan cada vez más de menos.
No nos olvidamos del momento Tipton, salió al final para alegría del público aunque se note el peso de la enfermedad, y compartió la que puede ser su última gira en un escenario con su banda.
(DJ)

Judas Priest Revista This Is Rock Especializada - Classic Rock, Hard Rock, Heavy Metal, Prog Rock, Blues Rock

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