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Las Catedrales del Rock: Fillmore

Entre las experiencias más gratificantes de la vida está asistir a ver y escuchar a nuestra banda o artista favorito en vivo.

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Entre las experiencias más gratificantes de la vida está asistir a ver y escuchar a nuestra banda o artista favorito en vivo. La experiencia se magnifica si sabemos que el evento a celebrarse se dará en un lugar cargado de historia, un sitio que se ha hecho una reputación por los nombres que han circulado por su escenario. Lo cierto es que dentro del mundo del rock hay diversos recintos que son legendarios; de los de mayor renombre, las salas Fillmore son las más emblemáticas.

Conocidas y reconocidas por músicos, empresarios y toda aquella persona que estuviera inmiscuida en la industria de la música a mediados de la década de 1960 y principios de la de 1970, las salas de conciertos Fillmore se establecieron como las más importantes dentro del espectáculo del rock. Situadas en la costa oeste y este de los Estados Unidos, las salas Fillmore West (San Francisco) y Fillmore East (Nueva York), presentaron a la crema y nata del rock de la época.

El guitarrista de The Allman Brothers Band, Dickey Betts, resaltó en una entrevista: “El Fillmore East era el lugar favorito para tocar de todos. Fue el Carnegie Hall [histórico recinto de la ciudad de Nueva York ilustre por sus vínculos con la música clásica] del Rock & Roll”. Un legado que hoy día es compartido por ambas salas de concierto.

“Fue el Carnegie Hall del Rock & Roll” Dickey Betts

El esplendor de las salas Fillmore devino del ímpetu de su administrador, el promotor de conciertos Bill Graham, quien resultó todo un revulsivo para la industria del entretenimiento. Graham introdujo nuevos estándares en cuanto a calidad de sonido, amplió la percepción musical a través de proyectar un juego de luces líquidas sobre el escenario (lo que se conocería como The Joshua Light Show), e innovó en la promoción de conciertos mediante carteles impregnados de la nueva estética psicodélica.

Su ética como empresario fue bien recordada por el obituario que desplegó el diario Los Angeles Time, tras su muerte en octubre de 1991: “Estoy en el negocio para ganar dinero y no veo nada malo en eso. Pero también creo en dar a los clientes el valor de su dinero”.

Aunque la grandeza de las salas Fillmore se desprendió de la integración de sus carteleras. Aquí se dieron a conocer nuevas agrupaciones como Santana y Janis Joplin And The Big Brother & The Holding Company, se impulsaron actos locales a nivel nacional como The Jefferson Airplane y The Grateful Dead, y se promovieron actos de importación como Led Zeppelin o Pink Floyd. A la par, se educaría a una juventud ávida de nuevas experiencias, con actos que iban desde el blues, pasando por el jazz y aterrizando en el soul.

El cantante Gregg Allman recordaba sobre Graham: “Él no te pagaría tanto, pero si fueras lo suficientemente bueno, te invitaría a volver”. De ahí la recurrencia en cartelera de algunos nombres, entre ellos el de la banda de Gregg Allman, The Allman Brother Band. Con dos espectáculos por noche bajo el rótulo: “Bill Graham Presents”, las carteleras diversamente compuestas lo mismo incluía a Neil Young & Crazy Horse, Steve Miller Band y Miles Davis como atracción del día, que a Jimi Hendrix, John Mayall y Albert King para la siguiente fecha. Esta diversidad de actos cristalizada en las carteleras fue resultado de la visión de Graham: “Nunca le doy al público lo que quiere. Le doy al público lo que debe querer”.

“Nunca le doy al público lo que quiere. Le doy al público lo que debe querer” Bill Graham

El advenimiento del rock & roll en la década de 1950, había generado una brecha generacional entre padre e hijos, expresada en un cambio de ideas y gustos; ahora, la juventud en pleno esplendor a mitad de la década de 1960, ensanchaba aún más la brecha. Se trataba de una nueva generación no sólo receptiva y abierta a nuevas experiencias, sino también, con una clara visión contracultural expresada en favor de la lucha por los derechos civiles y el rechazo de la guerra contra Vietnam, con un fuerte vínculo hacía el rock como un factor de cambio social.

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Las salas Fillmore fueron un reflejo de la expresión de esta juventud, sus carteleras musicalmente eclécticas y racialmente diversas y su apoyo a la música rock, le otorgaban una clara identificación como receptáculo de la contracultura. Entre las paredes de estos recintos lo mismo se podía celebrar un concierto benéfico con actuaciones de The Jefferson Airplane, The Fugs y el poeta beat Lawrence Ferlinghetti, en apoyo al grupo teatral Mime Troupe (cuyos miembros habían sido arrestados por cargos de obscenidad); que el primer concierto encabezando cartel en el Fillmore West del padre del blues de Chicago, Muddy Waters, quien contó con actos de soporte de bandas blancas de rock.

O quizá, tener la suerte de presenciar al Charles Lloyd Quartet, el primer grupo de jazz introducido por Bill Graham al Fillmore, una iniciación para una nueva juventud en este género. Pero también una buena noche se podía encontrar a The Who, quienes en 1968, tras las convulsiones causadas por el asesinato de Martin Luther King, acortaron su residencia en el Fillmore East.

Ahora bien, si la suerte era mucha, se podrían presenciar los conciertos de 1971 de The Allman Brothers Band, espectáculos que se registraron para el icónico álbum Live At The Fillmore East, el mejor álbum en vivo del rock según diversas publicaciones.

La alta calidad de las actuaciones en el escenario del Fillmore East, le llevó a ser conocido como la “Catedral del Rock & Roll”, un rótulo que bien pudo extenderse a su hermano mayor el Fillmore West, el primer local administrado por Graham y cuyas actuaciones eran igual de impresionantes que las de aquel.

Como lo declaró Dickey Betts: “lo que hizo del Fillmore un lugar especial fue Bill Graham. Fue el mejor promotor que ha tenido el rock, y se podía sentir su influencia en cada pequeña cosa en el Fillmore”.

El legado de los Fillmore y su administrador Bill Graham, es inconmensurable, parte integral de la historia del rock; los conciertos celebrados desde mediados de la década de 1960 hasta el cierre de los Fillmore en 1971, se volverían legendarios, únicamente el pensamiento nos puede transportar a esta época dorada del rock cuando alrededor de 3.000 almas (cupo aproximado de cada sala Fillmore), se reunían a ver y escuchar parte de lo que hoy es toda una leyenda.
Christopher Rangel

De Muestra tres discos para la posteridad:

Muddy Waters
Live Fillmore Auditorium – San Francisco, CA, 4-6 de Noviembre de 1966

Para cuando Muddy Waters arribó al Fillmore ya era toda una leyenda, su presencia dio una nueva resonancia a una declaración años atrás dicha: “El rock & roll acaba de bajar directamente del blues, como si fuera descendencia natural”. Con 51 años de edad y un repertorio cargado de éxitos (algunos de los cuales habían engrosado el catálogo de muchas estrellas jóvenes del rock), a lo largo de tres noches se dio fe del sonido del blues de Chicago. El tono acompasado pero no por ello menos intenso desplegado por la banda fue la constante. Emblemáticos como ‘Hoochie Coochie Man’, ‘Got My Mojo Workin’’ y ‘Baby Please Don’t Go’, relucieron; pero serían los temas donde el tono recalcitrante de la guitarra de Waters interviniera los más destacables: ‘She Moves Me’, ‘Thirteen Highway’, ‘Honey Bee’ y ‘Long Distance Call’. Apenas un mes atrás, la Muddy Waters Blues Band, había sido acto de apoyo en la arena Winterland, ahora entraba por la puerta grande, encabezando cartel.

The Who
Live At The Fillmore East 1968

Entre el polvorín social de la lucha por los derechos civiles y la agitación contra la guerra de Vietnam, The Who venía desplegando su primera gira de 1968 por territorio americano. Como parte final de su estadía americana, se reservaron cuatro espectáculos en el Fillmore East, los cuales se verían acortados a dos, dadas las turbulencias acontecidas tras el asesinato de Martin Luther King. Problemas técnicos impidieron el registro íntegro de las actuaciones y su subsecuente publicación, tendrían que pasar 50 años para que las cintas fueran restauradas y con ello se editarán los conciertos de la primera banda inglesa en encabezar cartel en el Fillmore East. El repertorio fue explosivamente intenso, el torbellino ‘Summertime Blues’ (más dos clásicos del catálogo de Eddie Cochran), la eufórica ‘Shakin’ All Over’ de Johnny Kidd y ‘Fortune Teller’ de Benny Spellman; conviven con originales como la divertida y reflexiva ‘I’m A Boy”, la deslumbrante ‘I Can’t Explain’, o la mini ópera ‘A Quick One, While He’s Away’. Pero son sobre todo, la pirotecnia sónica de ‘Relax’ y ‘My Generation’ (con sus 33 minutos de duración), los momentos definitorios. Un registro único promocionado por la banda a su salida al mercado de la siguiente manera: “Los fanáticos consideran que este concierto es una especie de santo grial de los shows en vivo de The Who que igualan al legendario álbum ‘Live At Leeds’”.

Aretha
Live At Fillmore West

Las presentaciones de Aretha Franklin en el Fillmore West de 1971, fueron el esfuerzo del productor Jerry Wexler por introducir a la “Reina del Soul” dentro del público rock. La eventualidad de cubrir por completo los honorarios de la cantante, llevó a Wexler a negociar con la representante de Franklin; a lo cual, la solución fue grabar los conciertos para un álbum en vivo. Con esto en mente, Wexler propuso a King Curtis & The Kingpins como banda de respaldo, aunque de su banda que hasta entonces le acompañaba, se decidió conservar a las Sweethearts Of Soul, sus voces de fondo. Además, Franklin tocó el piano eléctrico en un par de temas, y Ray Charles apareció como invitado especial en uno. Cada presentación fue festiva y radiante, como dio fe la revista Cream en 1971: “Cuando la banda estaba realmente calentandolo, salió Aretha, se desató un pandemonium…”. Reelaboraciones únicas a ‘Bridge Over Troubled Water’ de Simon & Garfunkel, ‘Eleanor Rigby’ de The Beatles, ‘Love The One You’re With’ de Stephen Stills, ‘Don’t Play That Song’ de Ben E. King, y ‘Reach Out & Touch’ un éxito de Diana Ross. Aunque serían los emblemáticos de Franklin los que sobresalieron: ‘Respect’ y su tono vertiginoso; ‘Dr. Feelgood’, un apoteósico con el público cantando a coro; y el vibrante con esencia a gospel ‘Spirit on The Dark’, que en su reprise contaría con Ray Charles como invitado.

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