Fadalack emociona en Cox con su homenaje a Mike Oldfield. ‘Ommadawn’, ‘Amarok’ y más en un show inolvidable

This Is Rock, This Is Metal, Especiales a la Venta

Caminando por el escenario en un intermedio del concierto celebrado el pasado sábado 25 de enero en Cox (Alicante), a Silverio Carmona sólo le faltaba llevarse las manos a la cabeza. No hacía más que preguntarse: “¿Por qué?”. Aseguraba estar abrumado por la entusiasta recepción de su proyecto musical.

Primero lo achacó a contar con los mejores músicos. Luego, al público. La clave, en realidad, es que les mueve la pasión por la música de Mike Oldfield por encima de cualquier otro aliciente. Derrochan medios y músicos sobre el escenario: contamos tres guitarristas, un bajista, una sección de viento de siete miembros, tres teclistas, cinco percusionistas (incluyendo percusiones africanas) y doce coristas. Aunque alguno de ellos son multiinstrumentistas y fueron cambiando de instrumento.

El éxito de su proyecto, que está en plena adolescencia (15 años tiene mi amor…) no sólo llena un auditorio de quinientos asientos (el moderno Josefina Manresa de la pequeña localidad de Cox, a cincuenta kilómetros de Alicante), sino que atrae a gente de países tan lejanos como Alemania, Chile, Francia, Suiza o Argentina. Incluso pudimos conversar con algún británico realmente entusiasmado.

Que vengan a España a escuchar la música de su compatriota (por otra parte, retirado) es reseñable. Más que una banda homenaje, se han convertido en una gran familia: el público acude fiel a Cox y los músicos se bajan del escenario para hacerse fotos con sus fans, conversar con ellos, abrazarse y reír como viejos amigos. Porque esta es de las pocas bandas homenaje que cuenta con su propia legión de admiradores. Algo digno de estudio.

Fadalack revive ‘Ommadawn’ y ‘Amarok’ en un show épico.

Ni ‘Tubular Bells’ ni ‘Moonlight Shadow’. Quienes esperaban los grandes clásicos del repertorio del de Reading no sabían a lo que iban. El concierto celebraba el quincuagésimo aniversario de una obra quizá no tan popular, pero sí de las más encomiables de Mike Oldfield: ‘Ommadawn’ (1975). Una deliciosa composición pastoral grabada en un chalé en la frontera inglesa con Gales, mezcla de músicas africanas, folk y rock progresivo…

El concierto, sin embargo, se abrió con la primera parte de ‘Hergest Ridge’ (1974), una obra incluso más desconocida por el gran público, pese a que fue su primer número uno en ventas: su segundo disco, ‘Hergest Ridge’ (1974). Una interpretación elegante que abrió boca para adentrarnos en el plato fuerte, que contó con la colaboración especial del gaitero Alejo Parra (del grupo sevillano Stolen Notes, curtido en festivales folk de medio país), con la gaita irlandesa, para interpretar la sección que otrora protagonizase Paddy Moloney, del mítico grupo The Chieftains.

‘Ommadawn’ se interpretó íntegro (ciertamente, es un disco de poco más de media hora de duración), incluyendo la breve, simpática e infantil coda de ‘On Horseback’. Fadalack consiguió recrear los paisajes que inspiraron la composición, verdes praderas y bucólicos montes galeses. Pero, también, las tormentas que asolaron la enferma mente de su autor, en forma de guitarras desgañitadas y percusiones furiosas.

La primera sorpresa de la noche fue ‘Heaven’s Open’, un himno de 1991 que Oldfield compuso y cantó para despedirse de Virgin Records, que consideraba su cárcel. La potente y firme voz de Manuel reencarnó la energía requerida para una canción llena de luz y energía. Un tema rara vez interpretado en directo que llenó de rock un auditorio puesto en pie.

Pero la verdadera sorpresa fue un extracto de los quince últimos minutos de ‘Amarok’, disco hasta ahora jamás interpretado en directo (de forma fidedigna), y que analizamos en profundidad en el último número de la revista This Is Rock.

El álbum más rebelde de la historia esconde mil y una sorpresas desveladas de la ayuda de su productor, Tom Newman, en nuestras páginas. La valentía (casi osadía) de Fadalack permitió abordar una obra pensada para el estudio (y sólo para el estudio), con la ayuda de algunos samples (timbres de teléfonos, cristales rotos, voces de Oldfield extraídas del disco original…). Pero también de complejos ruidos y efectos realizados en directo (como un zapateado). No faltó el famoso código morse (“Fuck off, RB”) que Oldfield insertó insultado a Richard Branson, entonces dueño de Virgin Records.

Es de justicia resaltar el increíble trabajo del coro de Susanna Vardanyan (con multitud de voces interpretando fragmentos solapados), que culminó en la gran apoteosis del clímax final por todo lo alto con impecable fidelidad. Clave fue el carisma del guitarrista Manu Herrera (del grupo extremeño The Sentinels), invitado en esta ocasión para interpretar los solos de guitarra con una técnica soberbia. Y, por supuesto, el virtuosismo de Silverio Carmona, no sólo cambiando de instrumentos constantemente, sino digiriendo el concierto.

Al no tratarse de obras simples de pop rock, el mérito es extensible a los técnicos, donde el músico Diego Cebrián (que también tocó la batería en ‘Heaven’s Open’) fue clave en el asesoramiento de la mezcla (punto crucial para que todo fluyera perfectamente). La velada terminó con ojos humedecidos de emoción y un auditorio que no daba crédito a lo que había ocurrido. Fadalack ha demostrado que la música de Mike Oldfield sigue vigente y que nuestro país sigue a la cabeza en afición. Y ya todos piensan en el próximo concierto.

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