«Pavarotti and Friends» un evento peculiar en el que cruzaron caminos solidarios Mike Oldfield con Sting y Brian May…

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Cuando en cierta ocasión le preguntaron a Mike Oldfield –protagonista de la portada de la revista This Is Rock, quién era su cantante favorito, el músico británico respondió sin dudar: Luciano Pavarotti. El tenor italiano ya estaba acostumbrado a las masas, pues supo como nadie aprovecharse del tirón del pop para llevar a legiones de admiradores a su especialidad, la ópera. Algo que le granjeó muchas críticas que él lidiaba vanagloriándose de haber convertido un arte elitista en disfrute del pueblo llano.

Cuando en 1992 estalló la guerra de Bosnia, Pavarotti ya estaba concienciado por las causas humanitarias (junto con Bono de U2 había estado recaudando ayuda humanitaria). Pero lo llevó un paso adelante el 27 de septiembre de ese año cuando organizó, en el Parque Novi Sad de Módena, el primero de una serie de recitales anuales caritativos para recaudar fondos para War Child y ACNUR. Habían nacido los “Pavarotti And Friends”.

Hace más de treinta años, supuso un extraño acontecimiento “sin precedentes”, aseguró la prensa (El País, 29 de septiembre de 1992). Una mezcla de pop, rock y ópera que se reía de las críticas más rancias: arropado por Suzanne Vega, Zucchero, Brian May, Sting, Lucio Dalla, Bob Geldof y Mike Oldfield consiguió llevar la música a todo el planeta (y la ayuda humanitaria, a Bosnia).

Paradójicamente, la retransmisión televisiva en directo (en Italia, por parte de la RAI) repercutió en la escasa venta de entradas (unas diez mil, la mitad de lo esperado). Aunque también se achacó al elevado precio (unos 160 euros actuales). Todo se compensó con la venta de discos y vídeos, con cerca de un millón y medio de ejemplares despachados en todo el mundo.

Entre piezas clásicas como “Panis Angelicus” (interpretada junto a Sting), “Muoio Per Te” (con Sting y Zucchero) o el “Ave María” (de Franz Schubert), aparecieron Sting con “It’s Probably Me” (de la banda sonora “Arma Letal 3”, con Eric Clapton), Suzanne Vega con “In Liverpool” (1992) o Brian May con “Too Much Love Will Kill You”, que acababa de estrenar en su debut en solitario, “Back to the Light” (Queen la recuperó para “Made in Heaven”, en 1995). Las crónicas de la época (Peru Egurbide, El País) aseguran que el público se mostró desangelado, sobre todo por culpa de un ambiente húmedo que terminó en “lluvia torrencial”.

El único retazo instrumental lo puso Mike Oldfield con la interpretación de ‘Sentinel’, sencillo (décimo en Reino Unido) de su aún calentito ‘Tubular Bells II’, la primera secuela de su mítico debut que supuso también un rejuvenecimiento tras años de ostracismo en Virgin Records. Ahora en Warner Music, Oldfield volvía a lo más alto de las listas y lo celebraba con Pavarotti sólo veintitrés días después de presentarlo en la explanada del Castillo de Edimburgo en una soberbia actuación en directo. No ocurrió lo mismo en Módena, donde pese a estar perfectamente pertrechado tras su flamante PRS de 1989, realizó un playback con fade out incluido (no fue el único en hacerlo, lo que causó algunas protestas del público). Algo parecido hizo el propio Pavarotti en la ceremonia de inauguración de las Olimpiadas de Turín de 2006, cuando tuvo que justificarse por el dañino frío imperante.

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En cualquier caso, el acercamiento de Pavarotti a las músicas comerciales le costó no pocas críticas. Él las solía despachar tranquilamente: “Algunos piensan que la palabra pop es una forma despectiva de decir que no es importante. No lo tolero”, aseguró a Associated Press en 2004. “Si la palabra ‘clásica’ se refiere a música aburrida, tampoco lo tolero. Lo que hay es música buena y música mala”.

Los “Pavarotti and Friends” se convirtieron en un clásico anual, y se siguieron organizando hasta 2003. El fin de fiesta de la primera edición de 1992 fue “La Donna E’ Mobile” (Verdi), para cuya interpretación llamó a todos los artistas invitados a compañarlo. Pero Mike Oldfield, conocida su personalidad individualista y nada dada a sociabilizar, ya se había marchado. Lo mismo hizo Suzanne Vega. Porque puede que la música una, pero no revuelve.

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