La historia de Terry Reid, el prodigio del rock británico que rechazó a Jimmy Page, recomendó a Robert Plant… y acabó convirtiéndose en una leyenda de culto

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Su legado no está en los rankings, sino en la sangre del rock. Porque sin Terry Reid, tal vez no habría Led Zeppelin como lo conocemos. En el imaginario del rock hay historias que parecen escritas por los dioses del destino, y otras, como la de Terry Reid, de decisiones que alteraron el curso de la historia.

Y, como si el destino quisiera reforzar su leyenda de “el que pudo ser”, también dijo no a Deep Purple, cuando Ritchie Blackmore buscaba sustituir a Rod Evans. Esta vez no recomendó a nadie… pero Ian Gillan acabaría ocupando el lugar.

¿Qué se siente al mirar a los ojos a Jimmy Page, recibir la oferta de ser el cantante de su nueva banda —lo que luego sería Led Zeppelin— y decir “no”? No todo el mundo tiene los arrestos de hacer algo así. Pero Terry Reid no era todo el mundo.

La escena británica de finales de los 60 era un campo de batalla sónico donde el talento rebosaba por los adoquines, y donde cada nueva banda intentaba gritar más alto que la anterior para dejar huella en la historia.

Los Beatles ya estaban en la cima, el rock psicodélico explotaba en colores, el blues se endurecía hasta convertirse en hard rock y el prog asomaba la cabeza. En ese paisaje de titanes, Terry Reid ya era un nombre respetado. Tenía talento, actitud, y una voz que parecía invocar a los espíritus del soul.

“Este hombre debería haberme quitado la vida. Y, fíjense, ¡no estoy seguro de que él quisiera hacerlo!” — Robert Plant, rindiendo homenaje a Terry Reid en un concierto, décadas después.

Un Alma Vieja Con Garganta De Fuego

Reid comenzó su carrera en los 60, como tantos otros, pero destacaba desde el principio. En 1966 se unió como guitarrista a Peter Jay and The Jaywalkers, una banda instrumental que había tenido su minuto de gloria. Por entonces ya compartían escenario con los Yardbirds, los Rolling Stones o Ike & Tina Turner. Fue en una de esas giras donde un joven Jimmy Page reparó por primera vez en Reid.

Peter jay and the jaywalkers

Poco después, Reid se aventuró en solitario. Tras conversar con Graham Nash (de los Hollies), consiguió un contrato con Columbia Reino Unido y grabó su primer sencillo, ‘The Hand Don’t Fit the Glove’, una pieza de pop soul que destilaba clase y ritmo.
Su estilo vocal —una mezcla de lija y terciopelo— no pasaba desapercibido. Pronto se cruzó en su camino uno de los productores más influyentes (y a menudo subestimados) del momento: Mickie Most, el arquitecto tras Herman’s Hermits, Donovan y The Animals. También apareció en escena un joven manager de apellido poderoso: Peter Grant, que años más tarde dirigiría el imperio de Led Zeppelin con puño de hierro.

Estados Unidos Lo Amó

Reid grabó su primer álbum en 1968, ‘Bang, Bang, You’re Terry Reid’, un trabajo tan ambicioso como desordenado. En él se mezclaban psicodelia, soul, rock y hasta jazz, con una versión intensa y cambiante de un tema popularizado por Nancy Sinatra. Pero si algo destacaba era su voz: un falsete áspero, desgarrado, adelantado a su tiempo. Es fácil escuchar ese disco y pensar: ¿no está cantando ya Robert Plant aquí?

Entre las joyas del disco estaban la salvaje ‘Tinker Tailor’, la emocional ‘Erica’ y una sorprendente ‘Season of the Witc’h, de Donovan, transformada en una travesía eléctrica. Pero si hay un tema que resume su genio es ‘Writing On The Wall’, con su melancolía y elegancia melódica.

“En Inglaterra hay tres cosas interesantes: los Beatles, los Rolling Stones… y Terry Reid”— Aretha Franklin

Most, sin embargo, no lo entendió. Lanzó el disco solo en EE.UU., donde Reid fue telonero de Cream y los Stones, cosechando ovaciones. Su nombre empezó a circular en los pasillos de los grandes, y en un momento determinado, Jimmy Page hizo la llamada.

La Llamada Que Cambió El Rock

En 1968, con los Yardbirds tambaleándose y una gira escandinava por cumplir, Page necesitaba con urgencia formar una nueva banda. Ya no podía usar el nombre original, así que planeaba llamarla The New Yardbirds. Con contrato firmado y Peter Grant detrás, Page quería a Reid como vocalista. El momento no pudo ser peor: Terry estaba de gira en EE.UU., tocando con Jefferson Airplane y The Doors. No quería detener ese ascenso ni ceder el control de su carrera.

Reid rechazó cortésmente a Page, pero hizo algo aún más decisivo: le habló de un tipo desconocido que había visto cantar con Band of Joy, junto a otro batería demoledor. Le dijo que prestara atención a Robert Plant… y que se llevara también a John Bonham.

“Le pregunté a Terry si quería unirse a la banda. Me dijo que no podía, que estaba comprometido, pero me recomendó a este chaval, Robert Plant. Fui a verlo tocar… y el resto es historia” — Jimmy Page, en una entrevista con Classic Rock.

La Traición De Mickie Most Y El Ocaso Prematuro

Poco después, Reid volvió al Reino Unido para mezclar su segundo disco, pero encontró la traición: Most había hecho las mezclas sin él. La relación explotó. Reid quería libertad creativa; Most lo veía como un crooner de medio pelo. El conflicto terminó en tribunales, bloqueando su carrera durante cuatro largos años.

A pesar de eso, ‘Terry Reid’ (1969) contenía piezas brillantes como su versión de ‘Highway 61 Revisited’ de Dylan, y July, impregnada de influencias brasileñas, fruto de su amistad con Caetano Veloso y Gilberto Gil, exiliados entonces en Londres.

Gil llegó a vivir en casa de Reid, y la conexión fue profunda. Mientras tanto, Led Zeppelin reventaba estadios y cambiaba las reglas del juego con el rugido de Plant… el cantante que Terry les había señalado.

El Outsider Definitivo

En los 70, Reid grabó tres discos más, todos notables aunque con una marcada americanización de su sonido. Se estableció en California, se dejó seducir por el folk rock, y aunque su música no llegó al mainstream, sus canciones fueron reverenciadas por artistas de generaciones posteriores: Cheap Trick, Jack White con The Raconteurs, Joe Perry, Beth Hart, Marianne Faithfull… y cómo no, Robert Plant.

Un Alma Libre

Reid no se arrepiente. Nunca ha sonado amargado ni ha renegado de sus decisiones. Fue un músico con alma, con ética, con voz… no todos pueden decir lo mismo. Ahora ya es más un mito que un hombre. Un nombre que es como un susurro entre músicos, coleccionistas, fans del soul, del psych, del hard rock, del blues. Fue telonero de los Stones, ídolo de Aretha Franklin, padrino involuntario de Zeppelin… y, aún así, sigue siendo el secreto mejor guardado del rock británico.


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