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This Is Rock en abril repasa con Glenn Hughes y Pete Goalby el extraordinario legado de Trapeze. Una de los grandes joyas del rock de los setenta.

A nadie que disfrute escuchando música le tienen que recordar nada sobre la abundancia de talento individual y creatividad que se concentró en la década de 1970. Algunos de los nombres más insignes de la época han sido la plantilla para todo lo que ha venido después, y por ese motivo, a esos músicos se les tiene por unos gigantes reverenciados e intocables.

También hay otro grupo de talentosos cuyos álbumes han ganado estatura con el paso de los años, artistas que en su momento tampoco cosecharon un éxito desmedido. Trapeze sin duda entran dentro de esta categoría. Lo que publicaron hace más de cuatro décadas sigue sonando a excitante éxtasis musical, algo que queda fielmente recogido en la antología que sirve de excusa para este artículo.

Con su mezcla de funk, psicodelia y hard rock, no ha habido nadie capaz de emular lo que las variadas formaciones del grupo consiguieron en esos años. Algo que sigue causando orgullo a Glenn Hughes, y no es para menos.

“Para mí, Trapeze son la banda desconocida por excelencia, los que nunca consiguieron ese gran éxito. ¡En mi opinión deberíamos haber sido tan grandes como Humble Pie! ¡Eso como mínimo!”.

Y si alguien pone en tela de juicio la veracidad de las palabras del inconfundible vocalista/bajista, no tiene más que escuchar las canciones del grupo, como por ejemplo las del reciente recopilatorio ‘Leavin’ The Bad Times Behind: The Best Of Trapeze’, que cubre toda la trayectoria de grabaciones de la banda. Pero, ¿dónde empezó todo? Hughes traza la escena de la que partió esta aventura.

https://www.youtube.com/watch?v=w6RpWFt4ceA

“En 1969, había dos bandas en el Black Country (región al noroeste de Birmingham). Los Finders Keepers, donde estaba yo, con Mel Galley (guitarra y voz) y Dave Holland (batería). También estaban los Montanas, con John Jones (voz y trompeta) y Terry Rowley (teclados, guitarra y fluta). Las dos bandas nos dedicábamos al pop, y tampoco estábamos escribiendo nuestro propio material, a decir verdad”.

“Entonces Astra Agency (agentes de contratación), cuyas oficinas estaban encima del famoso Lafayette Club, en Wolverhampton, tuvo la idea de pillar a cinco de los que estábamos en esos dos grupos para juntarnos en una nueva formación. Nos reunimos todos en las oficinas de Astra con Tony Perry (quien se convirtió en el mánager de Trapeze) y aprobamos el plan”.

“En ese momento, no tenía más que 17 años, y lo único que deseaba era convertirme en músico. No tenía interés en volverme famoso. Solo quería aprender a tocar el bajo, y cantaba todos los días, para cultivarme como músico y darme la posibilidad de mejorar”.
Puedes seguir leyendo este artículo en el nuevo número de This Is Rock.

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