Es innegable que actualmente Opeth son una de las bandas más influyentes de la escena musical, crearon su estilo dentro de un movimiento relativamente saturado despuntando sobre los demás a base de ambición y una visión general de cómo introducir arriesgados movimientos en las canciones.
El resultado hizo que algunos fans se perdieran por el camino, pero en su mayor parte, los seguidores de Opeth son, a grandes rasgos, melómanos empedernidos. Ahora bien, siempre hay quien incline la balanza a favor de su lado más setentero mientras otros prefieren el salvajismo deathmetalero inicial. Desde este lado lo tenemos claro: nos gusta Opeth. Y tu ¿con qué lado te quedas?
Reverie/Harlequin Forest (Ghost Reveries, 2005)
‘Ghost Reveries’ fue en su momento el “tour de force” de Opeth. La creatividad desbordada, poderosa e ilimitada de la formación sueca los elevó al Olimpo de lo impredecible. El sonido era justo como debía ser, cada instrumento aportaba lo necesario cuando debía. ‘Harlequin Forest’ es la combinación perfecta de rock progresivo y death metal.
Moon Above, Sun Below (Pale Communion, 2014)
Tiene más feeling la melodía vocal de Mikael en este tema que discos completos de otros grupos. ‘Pale Communion’ concluye de alguna manera los experimentos prog que venían oliéndose desde ‘Ghost Reveries’, con la banda sumergida de pleno en el progresivo setentero. Sólo cuenta los cambios que se suceden en esta canción (un adelanto: 5 en 11 minutos).
Drappery Falls (Blackwater Park, 2001)
‘Blackwater Park’ consiguió algo que raras veces ocurre, y es poner a todo el mundo de acuerdo: es una auténtica maravilla. Las canciones de incuestionable base death metal ya tenían ese groove stoner, empezaban y terminaban de forma aleatoria debido a sus incontables cambios y casi siempre incluían bonitos pasajes acústicos. ‘Drappery Falls’ tiene todo eso, además de tener uno de los mejores estribillos del disco.
The Wilde Flowers (Sorceress, 2016)
Estoy seguro de que cuando Mikael Akerfeldt desempolvó sus vinilos de Camel durante el proceso de creación de ‘Heritage’ llegó a pensar que reescuchar la obra de Blackmoore tampoco estaría tan mal. Claro que cuando uno tiene el don de componer al nivel al que lo hace Akerfeldt, lo de buscar inspiración es sólo el primer paso. ‘Sorceress’ consiguió que los progs de todo el planeta aparcaran un momento a Emerson, Lake & Palmer y se preguntasen “¿Quiénes son estos Opeth?”.
Heir Apparent (Watershed, 2008)
Cualquier banda que se encontrase en la situación en la que Opeth estaban después de publicar ‘Ghost Reveries’ se hubiese sentido mucho más cómoda repitiendo patrones y publicando una, digamos ‘digna’, continuación. Pero eso nunca encajó con los suecos. ‘Watershed’ abría con una tema lento, acústico, para darte en los morros con el muro de ‘Heir Apparent’ aunque es ‘The Lotus Eater’ la que termina por crear adicción total al oyente. La canción requiere tal intensidad que durante la grabación de su dvd en el Royal Albert Hall llegan a perjudicarse hasta 2 guitarras.
I Feel The Dark (Heritage, 2011)
Adiós al death metal. No más blastbeats, no más guturales, no más riffs endemoniados… ¿o sí? Canciones como ‘I Feel The Dark’ siguen siendo oscuras, incluso malévolas en su estructura. Son complejas, mantienen la tensión y el clímax intermedio es de lo más ácido. A grandes rasgos, tiene todo lo que se espera de Opeth y aguanta el nivel.
Deliverance (Deliverance, 2002)
Con su sexto disco, Opeth no rompían la línea que ‘Blackwater Park’ había trazado, pero sí conseguían domar aún más las melodías. En el disco hay auténticos himnos death metal, como ‘Master’s Aprentice’ que Mikael dedicó durante un tiempo a David Vincent de Morbid Angel, aunque lo hiciera de modo socarrón. Gracias a sus múltiples cambios y su final asincopado, ‘Deliverance’ es una de las intocables en un setlist para cualquier fan de Opeth.
The Moor (Still Life, 1999)
Si con su tercer disco estuvieron cerca de rozar la perfección, fue con ‘Still Life’ con el que dieron en la tecla justa. La mayor presencia de partes limpias en la voz de Akerfeldt, las intros relajadas creando la atmósfera de tormentas perfectas, el sonido impecable… Si alguien quisiera escuchar un tema de Opeth para saber cómo eran, ‘The Moor’ es la respuesta.
Heart in Hand (In Cauda Venenum, 2019)
El cuarto disco de la era “prog rock” de Opeth es como el agua, fluye de manera tan natural hace parecer a sus hermanos proggies un tanto forzados. Aunque en realidad es más que posible que la comodidad en lo que hacen la encuentren al haberse zafado totalmente de la presión del fan que insiste en la vuelta al death. Y es que ser heavy es más una actitud que un sonido. ‘Heart in Hand’ tiene todo lo que le puedes pedir a una canción de Opeth, incluída una parte final increíblemente bella.
In Mist She Was Standing (Orchid, 1995)
Y entonces llegaron ellos. Abrir un disco de death metal con un tema de 14 minutos no es para todo el mundo. ‘Orchid’ es un animal bello y salvaje, compuesto de seis piezas extensas, donde el death y el black caminan de la mano. Tiene un aura maléfica, hambrienta y ambiciosa, que se codea con el jazz. Si además sabemos que el disco fue producido por Dan Swäno, ¿qué podía salir mal?
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