Bullet llegaron a la fronteriza Sala Tunk acompañados de Wild Krash para presentar su último LP ‘Dust To Gold’.
En 1981 surgió una banda en Alemania que nos voló la cabeza con temazos como ‘Execution’, boogie metaleros como ‘Cold Hearted Woman’ y cuyo vocalista era un híbrido de Brian Johnson, Marc Storace y Dan McCafferty. Estamos en 2019 y Bullet llegan a la ciudad, pero no son aquellos que se despidieron del mundo con ‘No Mercy’. Bullet es como Killer, que nunca tienes claro a cuáles vas a ver, y siempre sueñas que toquen ‘Stronger Than Ever’, aunque sean los de Bayona.
Ayer fueron los suecos Bullet que saltaron al mundo con el single ‘Heavy Metal Highway’, y que debutaron de largo con el LP de portada motera ‘Heading for the Top’. No vamos a engañarnos, estos suecos se había escuchado ‘Execution’ día y noche, y hasta su vocalista Dag Hell Hofer tiene un tono similar (aunque más limitado) que Joe Schmeink.
En una era de ladrones de sombras en forma de tributos, es una pena que un concierto de una banda como Bullet no atraiga más gente. Aunque esta gira es como otras tantas que se promocionan entre likes y cuellos de camisa. Era el final de gira, y por lo que parece en Gazteiz gozaron de mayor éxito en la Rock Urban. No sé que tiene el agua de la capital vasca, pero debería exportarla. Ni en nuestro engominado Bilbao gozamos de ese ímpetu old school del que hacen gala los gasteiztarras. Así que cruzamos la muga y a la frontera me fui, a ver a los compañeros de redacción en plena faena del nuevo número. Y echar unas risas sobre la portada de este mes, donde algún meapilas ya ha visto en ella demasiado macho. Antes de Bullet tuvimos dos bandas, de los Wild Krash todas las loas. El trío sevillano no solo se apoderó del escenario, si no que mostraron tener madera, tanto musical, como de cómo interactuar con el público.
Bullet estuvieron de maravilla, quizás faltó en su sonido algo más de punch y menos agudos (quizás cosa de la sono), y tener unas luces menos “discoteca” y más de concierto, que hubieran evitado que el pobre guitarra Hampus Klang andara casi a oscuras. Pero nada que impidiese tener una buena noche de old school heavy rock. Además la Tunk, que vivió tiempos de gloria como templo del metal extremo, sigue siendo una de las mejores salas del norte. De ésas con un escenario para personas que disfrutan del headbanging como se merece o gustan de ver las manos de un guitarrista y no su cabeza (si hay suerte). Lo más curioso es que cuando escucho temas de puro boogie metal como ‘Rambling Man’ sigo escuchando a mis Bullet de 1981, pero no estos son los de ‘Bite The Bullet’, con el que dieron por finalizada la fiesta privada. Del concierto en detalle ya os hablará Angel Lorenzo en el próximo número, mientras os dejo con las fotos del compañero JC. En la A8 de vuelta me puse el ‘Execution’, pero ya en pendrive, y no en aquella casete que rulaba en clase casi de manera clandestina y que aún guardo en mi bajera.
Accadacca
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