En 1989, Justin Broadrick hizo sonar su toque de queda, contra los muros de Jericó que para él eran las calles grises y metalizadas de Birmingham, con su debut largo como Godflesh, ‘Streetcleaner. Y las murallas se tambalearon dejando una grieta profunda y perdurable.
A Justin Broadrick tal vez le habría gustado tener la difusión de Orson Welles, cuando este llevó en 1938 la novela de H. G. Wells “La Guerra De Los Mundos” a las ondas de radio, y se desató la histeria, con gente convencida de que los alienígenas habían invadido el planeta. Es verosímil pensar en un juvenil Broadrick divertido imaginándose la música de Godflesh como sirenas tocando a rebato, con las feas calles de su ciudad vaciadas atropelladamente de gente, y los convecinos encendiendo apurados los transistores en sus hogares, creyéndose algo más a salvo… Y entonces lo único que sonaría rebotando en esas paredes sería la música de un disco como ‘Streetcleaner’. Sin escapatoria.
Lo que es real es que Godflesh, como otros grupos entonces, perturbaron lo cotidiano gracias a la radio, y en esa labor tuvieron un cómplice indispensable en el locutor de la BBC John Peel. La figura de este hombre también ayuda a entender un disco tan irrepetible como ‘Streetcleaner’, en el que Godflesh sonaban tanto a su pasado (los Napalm Death embrionarios, los antecesores Killing Joke) como a su futuro (los Godflesh de los noventa, los posteriores Jesu).
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