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Este mes This Is Metal dedica su portada a la Mano de Hierro del Heavy Metal: Judas Priest. Aquel viernes de febrero de 1984 llegaron como Defensores de la Fé Metálica y azote de los infieles, y terminaron con todos nosotros reafirmando nuestra creencia en el poder decibélico. Acompañamos este recuerdo con imágenes del concierto de Fernando Catalina Landa.

Éxito total de “Los Judas” titulaba el Diario Vasco aquel domingo 5 de febrero de 1984, dos días después de la demoledora descarga con Mano de Hierro de la banda británica en Donostia. Llegarón para Defender el Metal y nos bautizaron a su fe a base de decibelios y energía. “Un concierto que será recordado por mucho tiempo por los incondicionales como uno de los mejores, más duros y directos” comentaba en las páginas del diario Koldo Sebastián, con fotografías de Luis Michelena.

Judas Priest

Aquel no fue un día fácil para los metaleros, en plena huelga de los ochenta en Euskadi y con mal tiempo, acudir un heavy adolescente al Templo del Rock y Metal era toda una osadía a la que muchos padres ponían todo tipo de obstáculos. A las carreteras cortadas se le podía sumar el Puerta del Sol en llamas, el salavador tren de vuelta a casa. Es curioso como Euskadi aún siga con sus capítales incomunicadas sin transporte público nocturno.

Judas Priest Defenders Of The Faith This Is Metal Revista Magazine

En las puertas del Velódromo se agolpaban heavys de El Ferrol, Santander, Logroño, Burgos, Zaragoza, Asturias, Pamplona, Vitoria y Bilbao, autobuses y coches particulares con sus casetos a toda pastilla, bebiendo en los bares de Amara y alimentándose en las furgonetas de hamburguesas grasientas (sí, entonces había food trucks, pero con menos ínfulas y más grasa), y quien buscase algo de calma espiritual como decía Koldo “en el interior la venta de costo está a la orden del día”.

A las diez en punto salieron Thor, es su primer concierto y con tan solo medio año de vida, sus 25 minutos saben a poco aunque suficiente para que Luismi nos deleite con historias geniales de por vida. A la once y cinco se apagan las luces, y en “medio de una espesa y colorista cortina de humo, aparecen Los Judas” relata Koldo. El concierto comienza y a partir de ahí la noche se convierte en magia que alimenta nuestra memoria de por vida. En el recuerdo a un Halford pletórico comentando al respetable “Ésta es la primera vez que tocamos aquí, San Sebastián es fantástico”, y por supuesto, esa potente Harley-Davidon, la misma que dejaría profunda huella en algunos futuros osos ruidosos. (DJ)

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