Descendieron de las highlands para deleitarnos con su hard rock, sus estribillos pegadizos, ese puntillo gritty y bluesy, y el aderezo folk de unos tipos de Edimburgo. Dan McCafferty y Pete Agnew celebran su legado a la altura de los más grandes con Malcolm Dome.
El sonido Nazareth. Ese estilo inconfundible que ayudó a definir a uno de los grupos británicos más importantes de los setenta… y que, para su antiguo vocalista Dan McCafferty, es más bien inexistente. “Qué sentido tiene estar en un grupo si la cuestión es repetirse disco tras disco. Eso es ser un grupo de versiones, más bien. Mira a los Kiss. Los quiero mucho, son muy majos los colegas. Pero escucho una canción y los reconozco. No te podré decir, eso sí, ni de qué canción se trata, ni del álbum al que pertenece. Pero tendré claro que son ellos”.
«Cuando nos quedamos los cuatro en el 70, nos cambiamos el nombre a Nazareth» Pete Agnew
El bajista Pete Agnew, el único miembro que no se ha movido del sitio en los cincuenta años que lleva durando la banda, no puede estar más de acuerdo. “Siempre quisimos evolucionar. En los planes de nadie figuraba ponernos a hacer variaciones de ‘Razamanaz’. Si estás en una banda, rechazas esas restricciones, porque uno ha de buscar cambiar todo el tiempo, para dar vía libre a la creatividad. Estoy encantado con lo logrado todas estas décadas”.
¿Hablamos de medio siglo desde la fundación? Siendo exactos, Nazareth echaron a andar de verdad en 1970, como pasa a relatarnos Agnew: “Los cuatro (Agnew, McCafferty, el guitarrista Manny Charlton y el baterista Darrell Sweet) llevábamos juntos desde 1968. Pero estábamos en una banda llamada The Shadettes. Un sexteto. Yo estaba a la voz con Dan, y no tocaba el bajo. Cuando nos quedamos los cuatro en el 70, nos cambiamos el nombre a Nazareth”.
En aquellos albores, la música que interesaba al grupo estaba muy lejos de los Beatles y sus continuadores, y en general de todo el pop que copaba las listas. “La música pop era insulsa”, afirma riendo Agnew. “A nosotros nos iba la Tamla Motown. El soul en general. Tocamos en muchos bailes como The Shadettes, sitios donde la gente solo quería algo para moverse, y con el soul no fallabas. Evitábamos todos los éxitos del pop, y ni los Beatles nos interesaban lo más mínimo”.
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No obstante, en los primeros setenta, el surgimiento de bandas más pesadas sí que hizo aguzar el oído a esos jóvenes aspirantes escoceses, como reconoce Agnew. “Empezamos a oír a Spooky Tooth, Deep Purple y Led Zeppelin, y lo que hacían nos atraía. No porque quisiéramos sonar como ellos. Pero había libertad de expresión en su música, y ésa era la senda que queríamos transitar también. Ya entonces, mucha música heavy se resumía a berrear sobre un riff. Nosotros aspirábamos a componer grandes canciones. Y alguien como Roy Wood, uno de los mejores compositores que hayan nacido en Gran Bretaña, era para nosotros todo un referente. Podrías decir que a lo mejor estábamos intentando mezclar a Warren Zevon con Metallica. Pero nunca hemos sido una banda de heavy metal. Ni siquiera existía el término cuando empezamos, y cuando veo que describen nuestra música así, me quedo literalmente estupefacto”.
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