Nine Inch Nails publicaron hace 20 años una de las mejores obras de los 90 con su épico doble álbum ‘The Fragile’. This Is Rock analiza este innovativo trabajo donde Trent Reznor se enfrentó al nuevo milenio.
A los cinco años de que una “espiral descendente” lo hubiera coronado como rey del rock alternativo, Trent Reznor publicaba su decisivo disco ‘The Fragile’. Corría el año 1999, ése que había marcado Prince como título de su disco cumbre, y todo parecía abocado a un mundo con tres ceros y el dos de las segundas oportunidades.
El siglo XX se clausuraba, y con él la centena de años que, entre otros descubrimientos transformadores, había cumplido uno de esos sueños de la humanidad desde la noche de los tiempos: grabar los sonidos. Inventores como Berliner y Edison, y aparatos como el gramófono o el fonógrafo, habían conseguido captar voces humanas, sonidos varios, evitando que el olvido los desintegrara. Muchas de esas primeras grabaciones de esos ingenios iniciales no eran música a primera vista, sino boletines, anécdotas, chistes, mensajes de gente para el futuro. Luego la música, y en especial la música clásica, hizo evolucionar los inventos para que la calidad de sonido mejorara (con micrófonos y el transistor), y las copias físicas de los vinilos acabaron siendo capaces de albergar sinfonías y óperas (e improvisaciones jazz) de la forma más cómoda.
https://www.youtube.com/watch?v=jDvIkqapC84
No obstante, esa condición algo transgresora, nada académica, para burlar el fin de las cosas, permaneció entre los aventureros de la grabación sonora. Por ejemplo, la ondiolina, antecesora del sintetizador analógico, fue ideada por el francés Georges Jenny mientras se encontraba convaleciente en una clínica a causa de la tuberculosis. El laboratorio en el que le permitieron trabajar quedaba al lado de la morgue. Y su instrumento no pudo evitar contagiarse de rebeldes aires sobrenaturales.
Por Ezequiel (puedes seguir leyendolo en la revista This Is Rock)
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