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Steven Wilson en Madrid y Barcelona + Entrevista

Dentro de la segunda parte de la gira “To The Bone”, Steven Wilson estará en La Riviera en Madrid el miércoles 16 de Enero y en Auditori Forum de Barcelona el jueves 17 de Enero. Entradas a la venta aquí.

Desde lo alternativo hasta el progresivo, sin hacer ascos al jazz y a la electrónica, la paleta sónica de Wilson es aventurera e insaciable. A lo largo de los años Steven Wilson ha sido protagonista de numerosas entrevistas en This Is ROCK, recordemos algunos momentos de ellas.

“Los grandes artistas crean su propio vocabulario musical, y si alguien quiere que yo sea un artista de prog rock, lo voy a decepcionar”.

¿Crees que las influencias de finales de los 60 y principios de los 70 que sueles citar se reflejaron en el primer disco de Porcupine Tree, ‘On The Sunday Of Life’? Supongo que puedo decir que sí. O sea, podría decirlo de cualquier disco que he hecho. Puedo escuchar las influencias que refleja mi música en cada disco que he grabado, a veces son más implícitas y a veces son menos evidentes para otra gente de lo que lo son para mí, claro. Creo que a lo que te refieres con ese álbum en concreto es que las influencias fueron más evidentes, casi como en un pastiche, algo intencionado. En aquel momento grabé aquella música por diversión. Pero sí, la verdad es que puedo reconocer ese material en el que me inspiré para hacer esos temas.

El primer tema de ‘On The Sunday Of Life’ era ‘Music For The Head’, un tema instrumental. ¿Eras consciente de que la música instrumental sería una parte importante de Porcupine Tree? No era muy consciente porque en aquella época hacía la música simplemente por diversión. En el caso de un tema como ése, podría citar grupos como Gong o… ¿Conoces al grupo Quintessence, de principios de los 70? Sí, grupos como esos que solían usar esos zumbidos y ese misticismo hindú con instrumentos de viento de madera y texturas psicodélicas. No era algo consciente. Sinceramente, casi toda la música fue hecha para que la escucharan mis amigos y no hubo un intento consciente de hacer algo serio. Porque en aquella época Porcupine Tree no iba a ser nada más que algo puntual. Un proyecto hecho por diversión y luego me iba a poner con otra cosa. Casi se convirtió en una víctima de su propio éxito.

Has dicho que ‘Stop Swimming’ del álbum ‘Stupid Dream’ es uno de tus temas favoritos. ¿Por qué? Es un tema que, para mí, tiene mucho de espiritual. Hay billones y billones de temas ahí fuera y desde luego no todos van a emocionarte de la forma en la que me emocionaron los temas de Brian Wilson. Y creo que la cualidad que se busca es ese tipo de espiritualidad que logró en su mejor trabajo, aunque no ha sido el único que lo ha conseguido. Cuando escucho a gente como Nick Drake siento lo mismo. Cuando escucho a John Martyn siento lo mismo. Y ‘Stop Swimming’ representa para mí la primera vez que hice un tema con ese tipo de cualidad que realmente emocionaba y llegaba a la gente. No solo a través de las letras, sino también a través del feeling de la música. Para mí sigue siendo uno de los momentos más importantes de mi carrera.

‘Track One’ tiene uno de tus mejores solos de guitarra. ¿Eres mejor solista ahora que hace unos años? Mira, creo que tengo un estilo propio. No estoy intentando menospreciar lo que hago, ni mucho menos, pero creo que mi fuerte es la composición y la producción. Aún así, cuando cojo la guitarra no soy un gran guitarrista, pero creo que tengo un sonido y un estilo. De vez en cuando me gusta hacer algún solo y estoy muy orgulloso del de ‘Track One’. Tiene mucho feeling, pero si me metes en una habitación con Mikael Akerfeldt para que trabajemos juntos en un proyecto, está claro que va a ser él el que toque todas las partes de guitarra. Aunque de vez en cuando, si soy yo solo, me gusta coger la guitarra de la pared. ¿Soy mejor que hace unos años? Probablemente no, y el motivo por el que nunca mejoré fue porque nunca llegué a practicar, es algo que no me interesa mucho. Yo soy ese tipo de guitarrista que coge la guitarra cuando lo necesita – no la cojo por el simple placer de tocar. Y ésa es la diferencia entre un guitarrista de verdad y yo. O sea, he visto a Robert Fripp practicar entre cuatro y cinco horas al día estando de gira con él. Sé que Mikael coge una guitarra y practica varias horas al día simplemente porque le gusta. A mí no, pero te diré lo que hago – voy al estudio y compongo temas y juego con las posibilidades a nivel sonoro por diversión. Esa es mi musa y ahí es donde doy rienda suelta a mi arte, supongo.

¿La música que haces en tus discos en solitario no se podría intercambiar con la de Porcupine Tree? Rotundamente no. Una de las mejores cosas de estar en un grupo puede ser también una de las desventajas de estar en un grupo. Es algo de lo que hablábamos antes, la idea de que estás con un conjunto de personas y hay que encontrar algo común a todos. Eso es genial, porque eso es lo que le acaba dando un sonido a la banda. Encontrar un nexo común, un punto con el que todos estén de acuerdo, ésa es la música que a todos les encanta tocar y que se convierte en el estilo e identidad. Eso es un punto fuerte, sin duda. Pero al mismo tiempo hay muchísimas cosas que se quedan fuera de ese punto en común, y no solo me pasa a mí, les pasa a todos los miembros del grupo – hay muchas cosas que se quedan fuera de ese nexo en común. Eso es lo que crea esa necesidad de expresarse fuera de la unidad que supone el grupo.

Viviste y grabaste en Tel Aviv. ¿Qué te atrajo de Israel? Um, buena pregunta. Sencillamente, me encantó. La mejor respuesta que te puedo dar es que creo que es la antítesis y lo opuesto a Inglaterra, en todos los aspectos. Cuando creces en Inglaterra te enseñan a ser muy educado y tiendes a heredar de tus padres esa especie de timidez reservada tan famosa de los ingleses. Y me fui a Israel y la gente era muy sincera y muy maleducada en un sentido que me gustaba. Digamos que completaba mi personalidad. Aprendí mucho estando con esta gente y te diré una cosa, tengo mucha más confianza en mí mismo que hace cinco o seis años. Y es porque ahora hay algo de israelí en mí, y eso es bueno. Tienen un amor increíble por la vida que no se encuentra en los ingleses y creo que tiene que ver con la situación política y el hecho de que están rodeados por gente que ni siquiera quieren que existan, que estarían felices de verlos desaparecer de la faz de la tierra. Eso les da una pasión increíble y unas ganas tremendas de vivir la vida día a día. Fue algo de lo que no me había dado cuenta hasta que fui a Israel por primera vez. Así que ahí tienes la respuesta a tu pregunta.

«ME HACE MÁS FELIZ SATISFACER MIS SENTIMIENTOS CREATIVOS QUE SATISFACER LAS FUERZAS DEL MERCADO EXIGIENDO UN NUEVO DISCO DE PORCUPINE TREE».

A la hora de escoger material para el concierto, ¿pensaste en abarcar muchos puntos de tu carrera o querías poner el énfasis en tu último disco? Es más fácil de lo que pensarías, porque tengo un catálogo abundante detrás. Hay canciones de las que me siento mucho más orgulloso… así que siempre me decanto por ésas. Además, no todas mis canciones encajan con la banda actual, ni con el estilo de música que practico más en el último disco. Es un concierto centrado alrededor de ‘To The Bone’. Era la base del espectáculo, casi tocamos ‘To The Bone’ de cabo a rabo. A ver, yo carezco de hits, no tengo un ‘Purple Rain’. No hay ninguna canción de las mías que todo el mundo esté esperando oír, y que si no suena, va a chafar al personal. Es algo que me alegra, me libera, tanto musical como conceptualmente. Escojo las canciones que me gustan, y las que pienso que son buenas para que el grupo les saque partido. Hago un poco un repaso de mi carrera, como dices. Hasta toco cosas de Blackfield [la banda de Wilson con el músico Aviv Geffen]. El denominador común es que todas llevan mi firma, así que es más que nada una cuestión de elegir las que más me gustan.

Con ‘The Raven That Refused To Sing (And Other Stories)’ has conseguido algunas de las mejores críticas y ventas de tu trayectoria. ¿Te lo esperabas? Hace ya tiempo que dejé de intentar imaginarme la reacción, tanto del público como de los críticos con respecto a lo que hago. Por supuesto, estoy muy orgulloso de este disco, pero lo gracioso es que hay gente que habla de él como si en esta ocasión me hubiera esforzado más que anteriormente. Llevo ya 20 años grabando álbumes y siempre me esfuerzo todo lo posible, pero hay cosas que no puedes controlar, como la inspiración o las circunstancias. Quizás si este álbum lo hubiese hecho hace o dentro de, cinco años, no hubiera tenido la misma reacción. Por supuesto, estoy encantado con cómo la gente ha recibido a ‘The Raven That Refused To Sing (And Other Stories)’, pero, en cierta forma, no puedo mejorarlo, no podría hacer otro disco como éste, así que el próximo tendrá que ser distinto a la fuerza.

‘The Raven That Refused To Sing (And Other Stories)’ esta repleto de historias y personajes. ¿Querías alejarte de un estilo, digamos, más confesional en las letras? Sé que puede no parecerlo, pero este álbum es muy personal, quizás no de forma tan clara como ‘Lightbulb Sun’ [Porcupine Tree, 2000], que era un disco de ruptura de un modo mucho mas explícito. Verás, hace un par de años perdí a mi padre, supongo que ‘The Raven That Refused To Sing (And Other Stories)’, con sus historias de fantasmas y sus personajes, es mi forma de reflexionar sobre mi propia mortalidad, sobre el hecho de ver a mi padre fallecer, la sensación de pérdida… También hay mucho de mí, de mis obsesiones y de las cosas que desearía no haber hecho, en los protagonistas del disco.

Tanto con este álbum como con el de Storm Corrosion [con Mikael Åkerfeldt de Opeth], parece que te hayas cansado del formato de canción tradicional… No creo que sea lo que se me da mejor. Admiro mucho a la gente que compone buenas canciones pop, pero a la hora de hacerlo yo, me da la impresión de que es como rodar una típica película de terror. Unos adolescentes se pierden en el bosque y sabes que el asesino va a acabar con ellos uno por uno. La mayor parte de las canciones son únicamente tristes, alegres o enfadadas, me gustan las películas o los libros que empiezan de una forma, pero de repente tienen un cambio brusco que no te esperas. Lo mismo con las canciones, me gusta que puedan durar 10, 15 ó 20 minutos, que empiecen de una forma y acaben de otra totalmente distinta, como sucede en ‘The Watchmaker’.

Viendo el documental «Returning» [sobre No-Man, su proyecto con el cantante Tim Bowness], da la impresión de quizás te hubiera gustado que No-Man hubiera tenido más éxito que Porcupine Tree. No se trata de una competición, simplemente creo que la música de No-Man es lo bastante accesible para atraer a un público mayor del que tiene. Pero viéndolo así, me gustaría que todo lo que hago: Bass Communion, Blackfield, Storm Corrosion… tuviese el mismo éxito que Porcupine, y aún así, si lo comparas con U2 o Coldplay, el grupo tiene un público importante pero pequeño. Lo que quería decir en esas entrevistas es que Porcupine es, sobre todo en directo, una banda de rock, con su sonido duro y pesado, con solos y riffs de guitarra, mientras que la música de No-Man es quizás mas exquisita, más controlada, se concentra en las texturas, con lo que supongo que no es para un público de rock convencional.

Cantaste ‘Can-Utility And The Coastliners’ para Hackett y parte de ‘Tarkus’ para ‘The Road Home’ de Jordan Rudess. ¿Te tienta hacer una versión de otro tema clásico del rock progresivo? No realmente, en esos dos casos que mencionas lo hice como favores. En el caso de Steve, fue porque esa era básicamente su canción, y Tony Banks nunca hubiera permitido que se tocara en directo durante los días en los que estaba en Genesis, así que había una cierta justificación en revisitarla. En el caso de Jordan, quería hacer un álbum con canciones con las que había crecido, y me lo pidió. Nunca fui un gran fan de EL&P, al menos no tanto como de Crimson o Tull, por eso no hago el resto de las mezclas en 5.1.

Cuando Rush fueron incluidos en el Rock And Roll Hall Of Fame, Neil Peart dijo que esperaba que la organización tuviera en cuenta a más bandas de rock progresivo. ¿Crees que ha cambiado la forma de percibir este tipo de música? Sí, aunque creo que ha sido algo gradual. No sé cómo será en España, pero en Inglaterra, cada vez que se menciona el progresivo siempre se ha hecho con un cierto tono sarcástico, como si fuera algo de lo que avergonzarse. Desde mi punto de vista, el cambio comenzó cuando Radiohead publicaron ‘OK Computer’, y la gente empezó a darse cuenta de que grupos como Pink Floyd o Rush habían hecho algunos de los mejores, más arriesgados y pretenciosos – en el mejor sentido de la palabra – discos de pop y rock de la historia. Desde entonces han surgido bandas como Muse o Mars Volta, grupos que, creo, mucha gente no tendría problemas en catalogar de progresivas. Igualmente, pienso que ahora a muchos grupos clásicos se les ve de otra manera.

¿Eres fetichista? ¿Tienes discos firmados o recuerdos de tus bandas favoritas? No. A mí solo me importa la música. Robert Fripp dice una cosa muy interesante: dice que no cree en los genios. Para él, la genialidad es algo que nos visita temporalmente y que puede sorprender a los demás. Sí que tengo héroes dentro de la música. Robert Fripp es uno de mis héroes, Pete Townshend es otro. Pero no quiero tener un disco suyo firmado. Prefiero disfrutar con su conversación. He sido afortunado y he podido hacerlo con Robert. Todavía no he podido hacerlo con Pete, pero mantengo la esperanza de conseguirlo algún día. Para mi me basta con su música. En ese sentido si soy fetichista pues trato de coleccionar todos sus discos.

Al principio no te gustaba demasiado que te comparasen con Pink Floyd. Ahora que después de tanto tiempo esa comparación ya no tiene sentido, ¿qué opinas sobre su toda obra? Quisiera decir una cosa sobre Pink Floyd. Cuando era un chaval me encantaban. Ellos y King Crimson eran mis dos bandas preferidas. Pero ahora ya no los escucho. Hace muchos, muchísimos años que no los escucho. En parte porque los escuche tanto cuando era chaval que ya no me quedaba mucho que descubrir. Todavía sí oigo a alguien tocarlos o escucho un tema me siguen gustando. Si vuelvo a escuchar ‘Animals’ sigo pensando «¡qué disco tan fabuloso!». Cuando eres un niño escuchas una y otra vez lo que te gusta y absorbes mucho más que cuando eres adulto. Desde luego que me siguen encantando, pero estoy seguro que me impactará menos si los sigo escuchando hasta cuando tenga cincuenta años. Es la música que más escuche cuando tenía 15 años y es lógico que escuchéis su influencia en mi música ya sea de forma consciente o inconsciente. Obviamente ‘Times Flies’ es una referencia deliberada, pero no hacia la música de Pink Floyd sino hacia mi pasado, hacia mi proceso vital de crecimiento. Dicho esto, no me desagradan las comparaciones con Pink Floyd. Creo que tenemos mucho en común en la forma de hacer discos. Creo que nuestros discos son más visuales y poderosos, y los suyos más soñadores –mis discos en los inicios también eran soñadores, pero creo que la textura de nuestra música es similar. Cuando eres joven tu ADN, tu personalidad está cobrando forma y ellos forman parte de ese ADN musical y aunque no los vuelva a escuchar seguirán estando allí.

Lo curioso del prog rock es que hay demasiada gente que prefiere quedarse con lo que ya conoce y no se arriesga a escuchar bandas nuevas como vosotros. Sí, es verdad. Es entendible. Hay gente que le gusta permanecer allí donde se encuentra cómodo escuchando aquello que ya conoce, pero yo prefiero ser apasionado, ser curioso, descubrir nueva música. De todos modos Pink Floyd es una gran banda y su carrera está llena de buenos trabajos.

¿Y tú opinión sobre David Gilmour como guitarrista? Fabuloso. Es realmente fabuloso. Es de esa clase de guitarristas que con solo tocar una nota ya sabes que es él. Puede tocarte el alma, llega hasta tí. Aunque su último disco «On A Beach» [se refiere a ‘On An Island’] es bastante aburrido. Me suena como si fuera un disco hecho para la gente que todavía tiene hambre de música de Pink Floyd. Es un disco algo pesado, pero aún así sigue siendo un guitarrista sorprendente. Cuando hace un solo te esta hablando directamente al corazón.

«LA INFLUENCIA DE JETHRO TULL Y KING CRIMSON ERA MUCHO MÁS APARENTE EN ‘THE RAVEN THAT REFUSED TO SING’, EN ‘HAND. CANNOT. ERASE’ HAY SONIDOS MUCHO MÁS CONTEMPORÁNEOS, TIENE MÁS ELECTRÓNICA Y UNA MENOR INFLUENCIA DEL JAZZ».

Querías enfocar el disco ‘Hand. Cannot. Erase’ de una forma diferente a cómo habías visto ‘The Raven That Refused To Sing (And Other Stories)’, el cual querías que sonase como un disco de prog vintage de 1972. Es muy importante para mí, y siento que cada álbum tiene una razón para existir. No tiene sentido hacer segundas partes de ‘The Raven That Refused To Sing’ o ‘Grace For Drowning’, así que busco que cada disco tenga algo, algo que justifique el haberlo hecho. Es importante para mí su evolución y que haya nuevos elementos y retos.

¿Cuál fue el reto esta vez? Esta vez creo que fue realmente interesante porque la propia historia creó casi ella sola la paleta musical. Aquí tenemos un relato ambientado en el siglo XXI, en el corazón de una ciudad; una historia del mundo moderno. Eso me alejó directamente del sonido casi clásico de ‘The Raven That Refused To Sing’, un álbum que se basaba en la idea de las historias clásicas de fantasmas.

En los últimos años, has hecho remezclas en 5.1 de King Crimson y Jethro Tull, e incluso Simple Minds. Después de bucear tan profundamente en esa música, ¿crees que algunos de esos sonidos o arreglos han podido colarse en la composición del nuevo disco? Estoy seguro de que sí. Algunos de forma consciente, otros no. Probablemente una gran parte sea de forma inconsciente. Creo que más en ‘The Raven That Refused To Sing’, porque era una carta de amor a los primeros años setenta y el auge de la música rock conceptual. La influencia de cosas como Jethro Tull y King Crimson era mucho más aparente en aquel disco. Ahora es interesante, porque en este disco, como hemos hablado, hay sonidos mucho más contemporáneos, tiene más electrónica y una menor influencia del jazz. Lo que no tiene nada que ver con Tull o Crimson. Ahora que lo pienso, de entre las cosas que he remezclado a lo largo del último año –Tears For Fears, XTC, Roxy Music y Simple Minds– no hay mucho rock progresivo.

«La mayoría de mis seguidores sólo oyen la influencia de Rush o de Pink Floyd, pero es mucho más amplio, no entienden del todo mis referentes musicales».

¿Qué disco no progresivo le recomendarías a tu público? Es una pregunta complicada, al final lo que hay son discos buenos y discos malos. Eso es lo único realmente importante para mí, hay álbumes que me gustan y otros que no. Los que me gustan cubren un abanico muy amplio de géneros musicales. Entiendo lo que dices, tu pregunta es en realidad: «¿Qué disco podría servir como puerta hacía otras músicas para alguien que sólo escucha metal o rock progresivo?».

Sí, ésa es la intención. Es una pregunta perfectamente válida, hay gente a las que les disgusta la idea de algo remotamente electrónico, así que yo recomendaría ‘Mezzanine’ [1998] de Massive Attack. En cierta forma, es una obra maestra progresiva, pero es un disco electrónico que proviene de la escena del hip-hop y el trip-hop. Es muy oscuro, muy atmosférico, muy melancólico, lleno de texturas y capas, características que yo asocio con la mejor música progresiva, pero proviene de la cultura de los DJ, no de la cultura rock.

Recuerdo que en una entrevista Massive Attack describieron su sonido con la frase «si algo merece la pena hacerse, hay que hacerlo de forma lenta». [Risas] Exacto, ellos provienen de ese mundo en el cual mandaban los patrones ralentizados. Creo que todo el mundo debería buscar el vídeo de Massive Attack interpretando en directo ‘Teardrops’ con Elizabeth Fraser [Cocteau Twins], es una de las cosas más sublimes que he visto nunca.

Antes de la entrevista estaba escuchando algunas cosas de Bass Comunion (el proyecto de Drone Music de Wilson), y me preguntaba hasta qué punto echabas de menos el no tener que escribir canciones y simplemente jugar con los ambientes. Obviamente Bass Comunion estaba encaminado a tratar las texturas de forma que la música se confundiera con el puro sonido, mientras que mi carrera en solitario todavía se basa en las canciones, está dedicada a construir, en esencia, material melódico. Aunque este sea ambicioso, progresivo, o como quieras llamarlo. Eso es lo que lo hace más difícil porque me gusta tener un tema sobre el que basar el disco, y no es fácil encontrar un tema lo bastante intenso. Tuve suerte con ‘Hand. Cannot. Erase’, porque la historia me llevó a una ruta muy creativa, pero aún no tengo un tema que me llame la atención, no estoy muy seguro de sobre qué quiero escribir. El siguiente álbum tendrá canciones de rock, pero quizá haya una mayor influencia de la electrónica y puede que vuelva el elemento metal a mi música, pero aún no lo tengo claro. Cuando no estás seguro de nada, escribir se vuelve muy complicado, porque no tienes parámetros sobre los que trabajar, excepto que quiero escribir canciones bien estructuradas con grandes melodías.

Cuando apareció ‘Perfect Life’, pensé que hacía falta unas pelotas muy gordas para que el primer adelanto de tu nuevo disco fuese una canción en la que el 90 % de las letras estuviesen recitadas. Además, es quizás una de las cosas más electrónicas que he grabado en mucho tiempo, y era consciente de que podría cabrear a algunos de mis seguidores más tradicionalistas dentro del rock. Pero estaba muy orgulloso de la misma, mientras que por otro lado sabía que al hacerlo así crearía algún tipo de impacto en el público, que generaría debate, y estoy muy contento de que fuera así.

“Kate Bush, Peter Gabriel, Talk Talk, Depeche Mode, Prince, Talking Heads… podía calificarse de todo menos de insustancial”.

Creo que lo que procede es, ante todo, felicitarte por ‘To The Bone’. Sigue siendo impresionante tu capacidad para reinventarte. Muchas gracias por tus palabras. Es agradable hablar con alguien que aprecia el cambio. El último periodista con el que hablé lo odia. Algo normal, por otra parte, si tenemos en cuenta que venía en nombre de Metal Hammer [risas]. Sí, este material va a dividir a la gente de nuevo, pero estoy encantado de que te haya gustado.

De nuevo, una nueva cara de Steven Wilson. ¿Por qué esta cara, y por qué ahora? Siempre he tenido una sensibilidad pop. Desde mis comienzos. Crecí en una casa en la que estaba expuesto a cosas del tipo de Abba, aparte de los consabidos Pink Floyd. Así que todo ello forma parte de mi ADN musical. Por ello, aunque a estas alturas de la película haya gente que no lo crea, siempre me ha encantado la buena música pop. Melodías y composiciones que tienen tanto de sencillas como de geniales. Por otro lado, creo que he llegado todo lo lejos que podía con los álbumes de rock de tipo conceptual, como lo fueron mis dos anteriores trabajos. En los últimos tiempos me encontré a mí mismo pensando en que faltaba algo en la música actual. Y llegué a la conclusión de que lo que faltaba era este tipo de música pop, sofisticada y ambiciosa. Y es curioso, cuando digo música pop… Muchos parecen odiar la palabra pop. Es como si les doliese. Tal vez sea porque, al escucharla, lo primero que les viene a la mente es todo lo relacionado con lo comercial, música insulsa y de consumo rápido. Pero tengamos en cuenta que la banda que representa la quintaesencia del pop son The Beatles. Eso es pop. Pop genial. Además, crecí en los ochenta, y en esa época estábamos rodeados de un tipo de pop ambicioso y refinado. Pop progresivo. Era música que podía calificarse de todo menos de insustancial. Kate Bush, Peter Gabriel, Talk Talk, Depeche Mode, Prince, Talking Heads… muchísimos artistas llenando este planeta de música que, por un lado, era innegablemente inmediata, pegadiza, con melodías y estribillos muy poderosos pero que, a un mismo tiempo, si querías infiltrarte en ella a un nivel más profundo… ¡Resulta que te lo permitía! Y te lo permitía porque eran trabajos que gozaban de una producción muy ambiciosa, sonidos expansivos, letras que, en más de una ocasión, trataban de temas bastante oscuros… Así que tenías un sistema de expresión que funcionaba a ambos niveles a la perfección.

‘Red Rain’ de Peter Gabriel se me antoja el ejemplo más inmediato en este último caso. Exacto. Esa canción en particular, y el álbum ‘So’ en su totalidad. Es un álbum muy inmediato y muy comercial, pero ¡tienes tanta profundidad en él! ¡Tanta emoción y calidad! Y todo a un nivel ciertamente sofisticado. Así que empecé a pensar: “ya no se hacen este tipo de discos”. Por un lado tienes la música pop, y por otro el underground experimental, ya sea rock progresivo, metal, hip hop… o lo que quieras. Y no hay nada en medio. O tal me parece a mí. Seguro que hay excepciones, pero desde mi posición no podía ver a nadie cumpliendo el papel de hacer música inteligente pero, al mismo tiempo, accesible. Álbumes que puedan atraer a una audiencia generalista, pero que tenga unas raíces profundas… ¡Como ‘Sergeant Pepper’! ¡Como ‘Revolver’! ¡Como ‘The Dark Side Of The Moon’! ¡Todos son discos pop!, tienen grandes canciones, grandes melodías… pero también gran profundidad. Partí de ahí, a la hora de querer hacer algo que se centrase más en las canciones y en su composición.

“Una vez que encontramos un sentido para nuestro mundo, intentamos joder el de los demás, porque su verdad no coincide con la nuestra”. Tras unas palabras tan oscuras, tenemos un álbum que contiene algunas de tus composiciones más luminosas, al menos a nivel sonoro. ¿Has querido hacer un símil musical de una sociedad, la actual, en la que una apariencia exterior brillante y feliz oculta en muchas ocasiones un interior oscuro? ¿Sabes? Creo que habría sido la cosa más sencilla del mundo. En la época de Trump, con múltiples ataques terroristas [el día anterior a la entrevista, Londres había sido objeto de un nuevo ataque terrorista], habría sido lo más sencillo del mundo haber hecho mi álbum más depresivo. Y trato muchos de esos temas más oscuros en el disco, en algunas de las letras. Pero quizá porque soy consciente de donde estamos, o quizá porque fui consciente de lo fácil que me habría sido entregar un nuevo disco depresivo y triste, he hecho un esfuerzo consciente para arrojar algo de luz en la oscuridad. Quiero que quede clara una cosa: no soy una persona triste. Canalizo mucho de oscuridad o pena en mis composiciones, pero hay mucha felicidad y luz en mi vida. Y, en este mundo en particular, justo ahora, necesitamos un poco de eso, un poco de positividad. Creo que, para mí y en términos de lo que hablamos, el punto clave del disco es ‘Song Of Unborn’. En la superficie puede parecer un tema triste, muy en la línea de cosas que he hecho antes, melancólico, pero el mensaje de la canción es, de hecho, bastante esperanzador y positivo. Es el mensaje de alguien a un niño que todavía no ha nacido, que le dice que, a pesar de que puede que cuando vea el mundo al que va a llegar piense: “¿Por qué demonios iba yo a querer vivir en un mundo así?”… se le transmite un mensaje de que, a pesar de todo, puede hacer algo con el increíble regalo de la vida. Puedes hacer de tu vida algo profundo y lleno de significado. Todo gira alrededor de ti y de lo que decidas hacer con la vida, con tu tiempo. Es un mensaje bastante positivo, pero la música sigue teniendo ese toque melancólico que caracteriza mis composiciones. ¡Y creo que es algo importante para mí! Porque el mundo ya es suficientemente deprimente tal y como es ahora mismo. Y no es que me analice mucho a mí mismo con frecuencia, pero creo que todo es el resultado de darme cuenta de que el mundo es más oscuro que la última vez que me paré a contemplarlo con detenimiento. Hace dos años y medio el mundo estaba bastante jodido, y ahora las cosas han vuelto a cambiar pero para peor, y me habría resultado muy fácil hacer algo más triste que antes, pero creo que la felicidad es una parte muy importante de nuestras vidas. Y, ahora mismo, puede que más necesaria que nunca.

“He logrado ser completamente egoísta, en lo que respecta a mi carrera, haciendo música sólo para mí”

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