The Dead South nos llevaron al infierno en buena compañía, una noche de meigas y moonshine con los de Saskatchewan.
The Dead South nos llevaron al infierno con alegría, una banda de bluegrass, una autoproclamada banda de cuerda, un licor ilegal que recuerda tiempos de duelos y de justicia rápida. Y que saltó al universo gracias a ‘In Hell I’ll Be In Good Company’ de su segundo álbum publicado en 2016, y que batió records en youtube.
Como dicen en su web «Llevan camisas blancas y tirantes negros, pantalones negros y sombreros de viajero. Cantan sobre cónyuges sedientos de sangre y amantes que huyen. A veces sus fans se visten como ellos y bailan y cantan toda la noche juntos’… está claro que este aquelarre musical era el más apropiado para Santiago de Compostela.
La sala Malatesta en Santiago de Compostela, sería la encargada de albergar el aquelarre de los canadienses The Dead South. Tocaba tarde de bluegrass, junkdark, chopper music.., y cerca de 300 feligreses se congregaron pasar una noche sureña.
Para abrir boca, salió al escenario la banda de Elliot Brood, para muchos un auténtico desconocido. Él sería el encargado de caldear el ambiente y testear cómo andaba el personal en lo que a bluegrass se refiere; y sí, la gente estaba puesta y con muchas ganas de moverlo. Y así lo hicieron a ritmo de temas como ‘Chuckwagon’ o ‘Nothing Left’. El señor Elliot ya empezaba a tener al personal en el bote, pero no lejos de acabar, el ambiente se caldeaba y cada vez más. Era el momento de acompañar con unas buenas palmas a ritmo de ‘Dig A Little Hole’, después de casi una hora de concierto, dejando al público boquiabierto, en su punto y listo para lo que sería una noche inolvidable.
Se bajaron las luces y salían al escenario los cuatro The Dead South. Con una escenografía muy bien preparada, daba comienzo lo que sería un ritual de lujo, el cual daría un repaso a sus tres álbumes (‘Sugar & Joy’, ‘Illusion & Doubt’ y ‘Good Company’).
Comenzaron con dos grandísimos temas, ‘Diamond Ring’ y ‘Blue Trash’, solo hicieron falta dos más, para que la sala se convirtiera en una auténtica fiesta. Con ‘Bastard Son’, el personal presente, dejó muy claro que se sabía todos y cada uno de los temas que esa tarde sonarían, acompañando a Scott en cada uno de ellos.
Poco tardó en llegar lo que es su más aclamado himno, ‘In Hell I’ll Be In Good Company’, con una coreografía muy bien preparada, se metieron al público en el bolsillo, todos sabían cada uno de los pasos y cada uno de los estribillos de su temazo, haciendo que la tarde llegase a su fin con un bis de dos cortes. Una preciosa versión de un clásico de los Misfits ‘Saturday Night’ y rematando la faena con ‘Banjo Odyssey’ se despidieron de un público al que la tarde les supo a poco.
Texto y Fotos: Jaime García Pérez
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