Con clásicos para sacar pecho, el álbum blanco es un disco doble tan expansivo como ambicioso, que documenta la aceleración que estaban experimentando las potencias creativas del grupo.
Con la estela de la caja ‘Sgt. Pepper’ aún a la vista, ahora toca zambullirse a fondo en ‘The White Album’, con una serie de formatos diferentes disponibles para volver a colocar en los aparatos de música este disco seminal de 1968 (2cd, 2LP y caja Super Deluxe), remezclado esta vez para, entre otras cosas, dar más realce a la sección rítmica. También hay dentro 27 maquetas Esther, con grabaciones acústicas realizadas en la casa de George Harrison y una colosal cifra de 50 descartes de estudio. Una edición tan completa ilumina y es prospectiva, abriéndonos una ventana para presenciar el proceso creativo del álbum. El productor Giles Martin de nuevo recibe el encargo de supervisar las operaciones de un proyecto en marcha tan importante, y se sienta con nosotros para poner negro sobre blanco acerca de The Fab Four.
¿Qué es lo que nos cuenta ‘The White Album’ sobre esa banda llamada The Beatles? Para mí, tumba ese mito de que ‘The White Album’ es la crónica de la separación de los Beatles. Lo que se aprecia, no es para nada el caso de una banda cohesionada que luego dejó de cooperar. Yo he escuchado esas historias de que el disco lo grabaron en cuartos separados, grabando por su lado para luego hacer una especie de antología. No es lo que pasó, aunque para ser del todo justos, en algún caso sí que se produjo eso. Por ejemplo, ‘Why Don’t We Do It In The Road?’ es Paul a solas en el estudio. Una cosa muy curiosa es que Paul, cuando vino a escuchar los descartes, tenía mucho interés en oír ‘Julia’, y a mí eso me sorprendió mucho. Pero es que él estuvo presente en esa sesión cuando John registró ‘Julia’. Yo creo que, por encima de todo, lo que hicieron fue rechazar los viejos métodos de grabación de Abbey Road, con mi padre y los ingenieros, para empezar a crear más por libre. Pero seguían siendo una banda. Para mí llevaban una mentalidad de “bueno, ya que no tocamos en directo, en el estudio es donde podemos tocar juntos y sacar las cosas”, y yo creo que emplearon el estudio con esos fines.
En tu presentación, antes de estrenar este ‘The White Album’ para la prensa, dijiste algo que me pareció muy interesante: que este disco era la respuesta directa a ‘Sgt. Pepper’, un álbum sobre todo visceral en oposición al otro. Y ahí está la complicación de hacer algo con el disco. Ahora vivimos en este mundo perfecto en el que las afinaciones son milimétricas y nadie se va ni medio compás. Los chavales ponen las fotos en Instagram con filtros, todo eso. La belleza de ‘The White Album’ reside también en sus taras, y la rabia que tiene dentro a veces te puede sorprender dándote un buen bofetón. Al remezclar el disco, me pareció fundamental que esto no se perdiera en absoluto. Así que tuvimos que empezar a quitar capa tras capa, como si estuviéramos entrando en esa sala con la banda, que es el cuadro que me imagino mezclando. Ante todo, buscar lo orgánico. Alguna gente cree que una remezcla supone obligatoriamente multiplicar la tecnología. Pero no es para nada así. En mi caso, cuanto menos tecnológica sea la mezcla, mucho mejor.
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