Robin Trower es una bestia guitarrera curtida en el rhythm and blues, Procol Harum y la disciplina de Hendrix. Un tipo que huyendo del complejo de héroe de la guitarra, sus discos son un catálogo de riffs ideal para montar tu banda vintage, y de todos ellos ‘Bridge Of Sighs’ es su obra maestra con su himno ‘Too Rolling Stoned’.
Robin Trower siempre será emparejado con el canadiense Frank Marino, dada la devoción que ambos profesan hacia Jimi Hendrix, y que les ha hecho llevar el legado del gran hombre a lo largo de una sarta de álbumes y una porción considerable de éxito.
Trower, oriundo de Londres, se inició en la fama con los bien considerados Procul Harum, antes de asentarse por su cuenta —para ser más ruidoso y arrojado—, primero con el supergrupo de efímera existencia Jude, que incluía a Clive Bunker de Jethro Tull en la batería (Tull eran de Chrysalis, como Procol Harum, UFO y el mismo Trower en su carrera en solitario), Frankie Miller a la voz (otro de la escudería Chrysalis), más el antiguo bajista de Stone The Crows James Dewar, también a las voces. Contrariamente a la creencia popular, no fue la falta de guitarrería lo que llevó a la ruptura con Procol Harum. Lo que contó Robin fue que había crecido como compositor, para crear más y con más calidad, y que toda esa producción no encontraba pleno acomodo en la banda.
Tras la sacudida poco armoniosa en Jude (Frankie Miller le confesó al líder que el juego de dos voces no terminaba de resultar), Trower se quedó con la garganta humeante de Dewar, y fichó a Reg Isidore, antiguo batería de Quiver, para publicar ‘Twice Removed From Yesterday’ en marzo de 1973, al que siguió a los trece meses el clásico del que vamos a ocuparnos en este artículo: ‘Bridge Of Sighs’.
De forma bastante inexplicable, estos heraldos de las cuerdas de acero británicos alcanzaron una fama instantánea en los Estados Unidos, y su segundo álbum saldría disparado hasta todo un número 7, algo que terminó en disco de platino. El álbum no entraría en las listas del Reino Unido, aunque el siguiente, ‘For Earth Below’, sí ascendería hasta la posición 26, casi poco frente al nuevo premio gordo que Trower encontró en Norteamérica: nada menos que un número 5. Y un directo de un año después también se colaría en el Top 10 estadounidense.
Mano a mano con la experiencia auditiva proporcionada por Robin Trower, había que tener en cuenta la portada de un tal Funky Paul Olsen. “A Paul lo conocí en mis días en Procol Harum”, arranca Robin. “Hacía pósteres en San Francisco, en los tiempos de Haight Ashbury. Luego cuando se mudó a Londres, me crucé con él, justo cuando yo estaba metido en mi debut. Pensé que estaría genial contar con él para la portada. Le di el título, y me vino con la pintura”.
Ilustración de la edad dorada que vivía Robin Trower, uno puede contemplar una prueba concluyente de ese mejunje de hard rock psicodélico, brumoso, drogota y espeso, que suele atribuirse al catálogo del guitarrista. Todas las piezas funcionan juntas, para emitir un calorcillo zen, un movimiento de búsqueda del alma desde la simplicidad, y ‘Bridge Of Sighs’ no es ninguna excepción a esto. Paul explicaba que quería llegar a una representación tridimensional del Moebius, un concepto matemático en el que el tiempo y el espacio parecen replegarse sobre sí mismos. Y al igual que en el debut, Paul empleó oleos, para crear una obra de arte, una obra maestra en un rectángulo de treinta centímetros, gestada en 42 horas sin dormir, todo un desafío al tiempo de por sí. La pintura partía de una escultura de cerámica en la que el artista había trabajado primero, y luego de un boceto de esa pieza. Esa pintura original acabó ladeándose para la imagen del álbum, y esta obra cuelga en la actualidad en las oficinas de Chrysalis, tras que la adquiriera Chris Wright, dueño de la empresa.
Por Martin Popoff (puede seguir leyendo este artículo en la revista This Is Rock)
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